LA MÚSICA Y SU MUNDO

domingo, 13 de diciembre de 2020

Sinfonía Número 5 en Mi bemol mayor, Op 82 de Jean Sibelius

                                         Sinfonía Número 5 en Mi bemol mayor, Op 82

La Quinta Sinfonía fue pensada ya en 1912 y terminada por pri9mera vez en 1915. Esta versión preliminar fue estrenada por el director Robert Kajanus, en ocasión del quincuagésimo cumpleaños del compositor, el 8 de diciembre de 1915. Sibelius comenzó a reescribirla después de esta presentación y terminó finalmente la obra en 1919. Sibelius dirigió esta versión en el mes de noviembre de 1919.        Aunque su tono positivo pueda sugerir otra cosa, la Quinta Sinfonía le dio más trabajo a Sibelius que cualquier otra de sus obras. La primera versión, que le llevó tres años terminar, le desagradó. Hizo ex tensas re  visiones después de la premier, a finales de 1915. En 1916 se presentó una segunda versión, pero el compositor seguía sin estar satisfecho. Planeaba tener la obra lista para una presentación en 1917, pero la Primera Guerra Mundial y más tarde la guerra civil de Finlandia, le impidieron trabajar con ella. Como esas guerras costaron el flujo de ingresos que Sibelius recibía de su editor alemán se vio obligado a componer pequeñas piezas para piano y canciones para ganarse la vida. Volvió a la Quinta después que cesaron las hostilidades. La obra adquirió su forma definitiva en 1919. Es un contraste to tal con respecto a la Cuarta Sinfonía, interior y nebulosa. Con la Quinta, Sibelius vuelve al mundo enér gico de la Segunda, pero con un grado de sofisticación notablemente mayor. Dejando atrás los experi mentos de la Cuarta en la tonalidad vaga, moldeó la diatónica Quinta decididamente en Mi bemol ma yor. 
Sibelius  se sentía intrigado por el concepto de lo que es un movimiento. ¿En qué medida un movimien to es una pieza independiente, y en qué medida es parte integrante de un conjunto mayor? La forma en la que el tercer movimiento de la Segunda Sinfonía se funde con el final constituye un indicio previo de la preocupación de Sibelius acerca de esta cuestión. Su solución final es moldear la Séptima Sinfonía en un movimiento continuo. En la Quinta cada uno de los dos movimientos externos actúa como dos movimientos combinados en uno.  En realidad, en la primera versión de la sinfonía, el primer movi miento había sido dos movimientos separados. En su forma definitiva, el primer movimiento se inicia con una sección expansiva que es demasiado complicada, demasiado estable como para ser una intro ducción. Justo cuando llega a una recapitulación inesperada da lugar a un Scherzo. Esta nueva sección es casi un vals, salvo por las irregularidades rítmicas presentes en el acompañamiento. Las dos seccio nes están integradas estrechamente, y un tiempo de 12/8 de la primera parte se convierte en la métrica de 3/4 de scherzo. El resultado es una música mucho más brillante sin un cambio sin un cambio de tiempo.
El final también funciona como dos movimientos pero estos se compenetran mutuamente, más que en     el primer movimiento. El avance perpetuo, que da comienzo al final, suena como el segundo movimiento. El avance perpetuo, que da comienzo al final, suena como un segundo scherzo, en el tiem  po rápido de 2/4. Esta música da paso a un pasaje más lento en el que los tiempos están uniformemen
te agrupados de a tres. Este agrupamiento hace que ahora la música suene como un 3/2 lento, aunque, al igual que en el primer movimiento, el tiempo no ha  cambiado. Vuelve el scherzo, seguido por una pe
roración en el tiempo más lento, ahora finalmente escrito en el tiempo 3/2. Entre estos dos movimien
tos dobles se encuentra el andante, un intermezzo que es esencialmente un conjunto de variaciones so
bre un tema simple.                                                                                                                                      El final de la sinfonía es desusado. 
 La idea más lenta del final se impone, ascendiendo gradualmente en sonido e intensidad. La tensión crece hasta el punto de ruptura, y ahí la música hace exactamente eso: se quiebra. Un movimiento que ha estado caracterizado por el sonido continuo, especialmente durante el ascenso final, por fin admite el silencio. El sonido sostenido ya es casi excesivo. Varios acordes cortos, plenos, aislados, puntualizan el silencio, cuando esta sinfonía realmente extraordinaria concluye de una manera realmente extraordina
ria. Foto subida de Internet. 
De mi libro " Invitación a la Música" de Jonathan Kramer.                                                                                                                                                           

 






                                                                         
                                                                          

                                              Sinfonía Número 5 en Mi bemol mayor, Op 82 








                                                                                
                                                                              
Jean Sibelius












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