LA MÚSICA Y SU MUNDO

sábado, 9 de junio de 2018

Concierto Número 20 en Re menor para Piano y Orquesta, K. 466 de Mozart


                               Concierto Número 20 en Re menor para Piano y Orquesta, K. 466

El Concierto en Re menor fue terminado el 10 de febrero de 1785 y estrenado ese mismo día por el compositor, en Viena.
Cuando Mozart se mudó de Salzburgo a Viena en 1781, dejó atrás la seguridad de un empleo regular.
Había sido el organista de la corte del arzobispo de Salzburgo, pero sentía que necesitaba independen
cia. Pasó sus años de Viena en la posición financiera precaria de un compositor independiente. Al principio sus perspectivas fueron buenas. Pudo encontrar un buen número de alumnos de piano y reci
bió varios encargos y compromisos de interpretación. Mozart erra requerido principalmente como so
lista de piano y por ello la década de Viena disfrutó de la composición de no menos de 17 conciertos para piano, escritos en su mayor parte para su propio uso.
El compositor ya se había anotado un triunfo tras otro para la época en la que su padre, Leopoldo, vi
no de Salzburgo a visitarle , en 1785. Leopoldo se sintió abrumado por los éxitos de Wolfgang. Escri
bió a la hermana del compositor, Narmel:
Del hecho de que tu hermano paga 460 florines de alquiler, puedes concluir que tiene un lindo aloja
miento con todo el mobiliario apropiado...Fuimos a su primer concierto de abono, donde había una gran multitud de gante distinguida...El concierto fue incomparable y la orquesta, excelente. Además de las sinfonías hubo dos arias cantadas por una mujer de ópera italiana. Luego hubo un concierto nuevo y magnífico de Wolfgang, en el que el copista todavía estaba trabajando cuando llegamos. Tu
hermano no tuvo siquiera tiempo de ejecutar el rondó porque todavía estaba supervisando la copia.
El nuevo concierto era el Número 20 en Re menor.
De otros muchos de los conciertos de Wolfgang, Leopoldo escribió: " Tu hermano interpretó un mara
villoso concierto, que había compuesto para la señorita Pardis... Cuando tu hermano dejó el podio, el emperador hizo un gesto de elogio con el sombrero en la mano y gritó: " ¡Bravo, Mozart! Cuando se presentó para tocar, fue aplaudido",
Justo cuando estaba en la cumbre de su popularidad,Mozart empezaba a escribir una clase de música sutilmente diferente, en particular en sus conciertos para piano. El músico había ganado su fama con
una serie de obras finamente trabajadas, elegantes y atractivas, que no planteaban desafíos a los oyen
tes. Pero a partir de del Concierto en Re menor, le dio la espalda a este lenguaje socialmente popular
y empezó a componer obras más osadas y experimentales. Ha habido considerable especulación res
pecto de las razones de estos cambios¿Acaso Mozart estaba desilusionado con la música compuesta para las ocasiones sonciales?¿Desafiaba deliberadamente a un público cuya adoración había empeza
do a dar por sentada?¿Es que los cambios provinieron de una urgencia interior sobre la cual no tenía
ningún control? Jamás se sabrá la respuesta.
Compuso de modo prolífico y a menudo su música fue aplaudida pero las profundas complejidades de las obras de los últimos tiempos en verdad no ayudaron a su carrera.
Afortunadamente para las futuras generaciones de oyentes. Mozart no sometió-o no pudo hacerlo-su
integridad artística a las exigencias del mercado. Incluso en piezas especialmente encargadas encon
tramos la fuerte personalidad del compositor afirmándose por encima de las convenciones del estilo.
Este rechazo de la música social comenzó con el Concierto en Re menor. El público se dividió.Algu
nos amaron la obra, pero otros oyentes se sintieron perplejos por sus pasiones abiertas. Se suponía que un concierto era una pieza atractiva que exhibía un virtuosismo del intérprete, ¿ o no? Había po
cos precedentes de una expresión tan intensa en una obra para piano y orquesta. Aunque sólo unas po
cas composiciones posteriores de Mozart exploran el mundo meditativo de este concierto, las semi
llas de la experimentación ya estaban sembradas. El concierto prevé obras obras maestras posteriores
de modos específicos: la tonalidad de Re menor presagia las profundidades emocionales de Don Gio
vanni y el pequeño motivo de la apertura en las cuerdas bajas anuncia el comienzo  de la Sinfonía Jú
piter,.
El concierto también presagia la era romántica, cuando el sentimentalismo manifiesto fue no ya la ex
cepción sino la regla. Pocos de los otros conciertos de Mozart interesaron a los compositores o intér
pretes del siglo XIX, que tendían a descartarlos por superficiales o anacrónicos. Pero el Concierto en
Re menor fue entendido como un precursor del carácter titánico de Beethoven. Después de todo,¿aca
so no había rendido homenaje Beethoven a esta obra, escribiendo sus propias cadencias para sus mo
vimientos exteriores?(Beethoven también aprendió del otro único Concierto para Piano en tonalidad menor de Mozart, el Número 24 en Do menor, que se convirtió en un modelo para el Tercer Concier
to de Beethoven)
La tendencia del siglo romántico a beethovenizar a Mozart( el término ha sido tomado prestado del biógrafo de Mozart, Hughes Ottaway) se basó en la imposibilidad de comprender el arte temprano de este compositor. Esto no es sorprendente, ya que la historia está plagada de movimientos nuevos que surgen a partir de concepciones erróneas respecto de los logros de las generaciones pasadas. Las emo
ciones del conciertos en Re menor constituyen sólo la mitad de su historia. La obra está también ele
gantemente contenida de un modo completamente clásico. Su gran poder proviene del equilibrio en
tre la pasión y la manifestación reticente. Pero el siglo XIX sólo escuchó las pasiones y concibió así la obra como una piedra fundamental para las composiciones en tonalidad menor aun más intensas de Beethoven.
El estudioso de Mozart, Alfred Einstein, explica los orígenes del pathos y del drama de este concier
to:
Esta es la primera obra en la que el tutti y el solo del allegro están agudamente contrastados, en un dualismo que no hay intento de superar. La orquesta representa un poder amenazante anónimo y el instrumento solista expresa un lamento elocuente. La orquesta nunca toma el mando del primer tema
de la parte solista, un recitativo in tempo a la segunda mitad del segundo tema. La oposición de am
bos no permite la reconciliación; en la sección de desarrollo esto sencillamente se intensifica. Tampo
co al repetición ofrece ninguna solución: la conclusión en pianíssimo del movimiento es como si las furias simplemente se hubiera agotado y se hubiera echado a descansar, todavía rumiando y listas pa
ra emprender la lucha nuevamente. Y así lo hacen, en la sección media (en sol menor) de la romanza,
que comienza y termina con una tranquilidad celestial. Mozart nunca incluyó contrastes tan fuertes dentro de una sola obra, contrastes entre los tres movimientos así como dentro de cada uno de los mo
vimientos individualmente... El final contiene pasión y drama intensificados y refinados cromática
mente, anunciados en el comienzo mismo en el motivo principal de tipo ascenso vertiginoso. Pero es
ta vez Mozart desea sobreponerse a su pesimismo y a su desesperación. Después de la cadenza hace un giro a mayor, en una coda de dulzura encantadora, que representa al mismo tiempo un rayo de luz emocionante y, en menor grado, un regreso al clima social de sus primeras obras, los modos galantes de un gran señor que desea dejar a sus invitados con una impresión amistosa. Pero no es en absoluto el optimismo infantil o grandioso de Haydn o de Beethoven.
De mi libro "Invitación a la música" de Jonathan Kramer. Foto subida de Internet.
 


                                                                     






                                                                                 
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