LA MÚSICA Y SU MUNDO

lunes, 30 de noviembre de 2020

Sinfonía Número 4 en La menor,Op 63 de Jean Sibelius

                                                   Sinfonía Número 4 en La menor, Op 63  

La Sinfonía fue compuesta entre el mes de enero de 1910 y el 2 de abril de 1911, en Helsinki. Revisó la obra algunas semanas después, terminando la versión definitiva el 20 de mayo. 
Poco antes de trabajar en la Cuarta Sinfonía, Sibelius garabateó en su diario: "¿Un cambio de estilo?" Alrededor de 1907 había dejado atrás el romanticismo de sus dos primeras sinfonías y se había embar cado en un periodo de experimentación. Buscaba una modalidad de expresión personal apropiada. En parte, su nuevo estilo puede haber sido resultado de una enfermedad grave. La Cuarta Sinfonía no traza el curso de su enfermedad; la música no tiene aspiraciones de programa similares a las de la Segunda Sinfonía de Schumann o las del Cuarteto para Cuerdas en La menor de Beethoven, obras inspiradas por la recuperación de la salud. Sibelius no basó las connotaciones sobre su enfermedad, ni consciente ni in conscientemente. La relación entre la música y su salud en realidad fue más específica. 
El compositor padecía de cáncer de garganta. Después de ser sometido a una operación quirúrgica para extraer el tumor, se le ordenó que dejara de fumar y beber, a lo que se había dedicado en exceso. Se vio obligado a afrontar el temor a morir sin ayuda de los estimulantes artificiales a los que estaba acostum brado su cuerpo. Anteriormente, sus cigarros y el vino le habían ayudado a concentrarse en el trabajo. Ahora distraído por el temor a la muerte e imposibilitado de encontrar solaz en el tabaco o la bebida, le resultaba difícil  concentrarse. Sus hábitos de trabajo cambiaron igual que la música que resultaba. 
"¡Deja de preocuparte y dedícate a trabajar!", escribió en su diario. Tal vez vivirás muchos años todavía."
"En realidad, todavía le quedaban otros 50 años de vida, sin la "ayuda" del tabaco o el alcohol. Le con fió a su diario lo que no reconocía ante persona alguna: estaba sufriendo los síntomas de la abstinencia. "He estado en el infierno. Es difícil aprender a trabajar sin estímulo. Pero es imprescindible."
Durante los 15 meses trabajó en la sinfonía, repetidas veces registró la angustia que sentía por no poder concentrarse. Es plausible que el carácter fragmentario de la sinfonía sea por lo menos resultado indirec to de su estado mental. El 16 de agosto de 1910  escribió:"¿Cuándo lograré terminar este desarrollo, concentrar mi mente y reunir las fuerzas para llevar todo adelante? Me las arreglaba cuando tenía los  cigarros y el vino, pero ahora tengo que encontrar otras formas."
Con demasiada facilidad se distraía de su trabajo con otros proyectos. Varias veces permitió que gran des interrupciones interfirieran  con su tarea de composición. A principios de 1910 estaba tan sumido en preocupaciones de tipo financiero que era incapaz de trabajar. En mayo se tomó tiempo para escribir un conjunto de canciones. A fines de septiembre viajó a Christiana y Berlín para dirigir conciertos de sus obras. En noviembre aceptó escribir una canción orquestal para la inminente gira por Alemania de la cantante Aino Ackté. Después de que se diera amplia publicidad a esta nueva pieza, después de pasar va rias semanas trabajando en ella, y después de haberse tomado tiempo para otra gira de conciertos, Sibelius se dio cuenta de que no lograría terminarla a tiempo. Se retiró del proyecto provocando el dis gusto del promotor, su propia angustia y la ira de la cantante. 
Al enterarse de la noticia, Ackté escribió: "Señor Sibelius. No estoy acostumbrada a que se me convier ta en el hazmerreir de la gente. Hubiera sido mucho más honesto si desde un principio me hubiera mani festado que no le atraía la idea de los conciertos de Sibelius en el extranjero. Me hubiera usted ahorrado una gran cantidad de inconvenientes... y me hubiera evitado esta situación ridícula y embarazosa."
Sibelius asumió una actitud tan de prima donna como Ackté. No respondió a su carta pero a cambio le escribió a  un amigo: "Dejo a la diva Ackté para que se ahogue en su propia publicidad." El compositor posteriormente se indignó al leer en la prensa que él acababa de dar fin a un gran poema sinfónico para voz y orquesta, que en la opinión de los expertos era técnicamente notable por su manejo de la orques
ta, además de ser una pieza extraordinariamente efectista. "Sibelius seguía incapacitado para trabajar in
tensamente en la sinfonía.
Escribió en su diario:"¿Es que realmente no logro concentrar mis facultades? Lo considero un imperati
vo absoluto. ¿Pero como conseguirlo? Pero, mi amigo, consuélate con el hecho de que debes trabajar a tu propia manera. Los resultados serían dos veces mejores si trabajaras con métodos más racionales."
No hay nada tan poderoso como una fecha límite para poner en funcionamiento a un compositor. Como el estreno de la nueva sinfonía estaba programado para el 3 de abril de 1911, Sibelius se las arregló para
terminarla y hacerla copiar-¡el 2 de abril!
Él mismo dirigió la premier, como parte de un concierto dedicado exclusivamente a su música. Guardó la sinfonía para la segunda mitad del programa, después de varios de sus poemas sinfónicos populares. Una vez que cesaron los acordes finales, sólo hubo silencio. Los oyentes habían comprendido tan poco la música que no sabían que la pieza había terminado. Finalmente hubo algunos aplausos: los confundi
dos admiradores de Sibelius eran demasiado corteses como para silbar o abuchear. Pero el compositor sabía que el entusiasmo no era auténtico. Tiempo más tarde su esposa recordaba:" La gente evitaba mi
rarnos de frente, movía la cabeza; las sonrisas eran vergonzosas, furtivas o irónicas. No fueron muchos los que se acercaron al camarín para presentar sus respetos."
La prensa estaba tan desconcertada como el público. Un crítico simpatizante del compositor trató de ex
plicar la pieza dando un programa detallado, intentando demostrar la forma en la que la sinfonía descri
be una escena montañesa. Sibelius se sintió horrorizado. Aunque en realidad la sinfonía había sido con
cebida originariamente entre las instituciones montañas  de Finlandia, el compositor había tratado de distanciarse de la que consideraba música pictórica, pasada de moda. Había buscado un estilo nuevo, abstracto, y sin embargo se le estaba interpretando en los términos más concretos. Había buscado un sentido universal, y un crítico muy leído por el público estaba tratando de asignarle a la pieza un signi
ficado muy específico. 
Otro crítico respondió, desde otro periodo, que la verdadera importancia de la sinfonía residía tanto en su reacción contra la experimentación musical vigente en Alemania  y Francia y, al mismo tiempo, en su distancia con respecto al pasado. El compositor estaba completamente de acuerdo con esta actitud. El crítico consideró la sinfonía" como una pronunciada protesta contra la tendencia general de la músi
ca moderna...Hoy en día se componen sinfonías de automóviles y óperas con sonoridades ensordecedo ras, obras que exigen un aparato que comprende a mil intérpretes, todo ello sin más objetivo que el de
sorprender al oyente con lo que es nuevo y foráneo... (La Cuarta es) la más moderna de lo moderno , y en términos de contrapunto y armonía, la obra más audaz que se haya escrito hasta la fecha."
El mismo Sibelius expresó sentimientos similares cuando llamó a la sinfonía "una protesta contra la mú
sica de hoy en día. No tiene nada, absolutamente nada de circo. "¿Contra que música de hoy en día esta
ba reaccionando Sibelius? El modernismo todavía no irrumpía en la escena musical. Las Cinco Piezas para Orquesta de Schoemberg, por ejemplo, todavía no habían sido escuchadas; su aun más revoluciona
rio Pierrot Lunaire todavía no había sido compuesto. El desconocido Webern apenas estaba empezando a explorar un estilo aforístico, y su igualmente desconocido amigo Berg estaba componiendo sus prime
ros experimentos con la atonalidad. Las piezas más revolucionarias de Stravinsky todavía quedaban en el futuro. Su Pájaro de Fuego fue estrenado mientras Sibelius trabajaba en la Cuarta Sinfonía, pero el compositor finlandés probablemente no la había oído. La música "moderna" contra la que reaccionaban eran las creaciones opulentas del romanticismo tardío como la gigantesca Octava Sinfonía de Mahler y los poemas sinfónicos y las óperas de Schoemberg, Berg, Webern y Stravinsky. La Cuarta Sinfonía es tan asombrosa en su originalidad como las obras de estos compositores del mismo periodo. Fue el desa
rrollo posterior lo que encasilló a Sibelius en el papel  de conservador. La Cuarta Sinfonía es en su ma
nifestación más audaz, su concepción más extrema y más moderna, mientras que las obras de 1910 de estos otros compositores son meros pasos a lo largo de un camino que los condujo, en el plazo de unos pocos años, a una masiva redefinición de la música. 
La Cuarta Sinfonía comparte con la música moderna su preocupación por la economía. Un intervalo-
especialmente inestable-domina la sinfonía. Es el tritono, así llamado porque comprende tres grados de la escala. El tritono es inestable porque es el único intervalo que es igual estando invertido o no. Impreg
na la sinfonía, a veces aislado y a veces, como en el tema principal del scherzo, incorporado dentro de una línea melódica. 
El primer movimiento es fragmentario. Jirones de música van y vienen con apenas una insinuación oca
sional de una verdadera melodía. La música sugiere más de lo que manifiesta. Es como una sombra de una música más corpulenta, como un fantasma de la opulencia romántica pasada. Es desencarnada, flo
tante, etérea inconexa: una pieza absolutamente única. En parte, el sentimiento es creado por un vago sentido de la tonalidad. Esta no es música atonal, pero la indicación de la carátula "en La menor" es más una referencia pasajera que un principio organizativo. 
El primer movimiento parece flotar no sólo debido a su tonalidad nebulosa, sino también porque oculta continuamente el ritmo. De este modo, cuando el segundo movimiento ofrece una melodía real, con un pulso verdadero, el efecto es como si uno fuera traído de regreso a la tierra después de un viaje a otro mundo. Este scherzo rítmico no es ni remotamente tan abstracto como el movimiento de apertura. Hay un tema real, y un tema contrastante tan real como aquel, y efectivamente tiene el carácter de un scher
zo, pero no conforman un scherzo normal con trío. El movimiento parece evaporarse en medio de la corriente. 
El movimiento lento fragmentado es casi tan nebuloso como el primero, aunque ligeramente más meló
dico. Su forma es tan enigmática como la del segundo movimiento. 
El tiempo rápido del final podría sugerir mayor rentabilidad en un principio, pero esta es ilusoria. Este movimiento caleidoscópico contiene muchos contrastes. El color orquestal está enriquecido con el agre
gado de un Glonskenspiel, que se destaca a menudo. Como en el primer movimiento, las síncopas fre
cuentemente ocultan el ritmo. 
El final es extraordinario. La música llega convincentemente a La mayor y la pieza termina como si simplemente se detuviera. Pero los últimos sonidos no son fuertes ni suaves. Están marcado inf-mezzo
forte, medianamente fuerte. ¡Con razón el público no se dio cuenta de que la pieza había terminado! Es
te final extraño no es un mero detalle o idiosincrasia. Posiblemente la Cuarta Sinfonía es la única or
questal bien conocida que no se apaga suavemente ni se agranda para llegar a un cierre triunfal. El cie
rre inf, sin precedentes, es sintomático de la visión absolutamente única de esta muy inusual sinfonía. 
El compositor caracterizó su Cuarta como "una sinfonía psicológica". Mientras trabajaba en ella, anotó en su diario: Una sinfonía no es sencillamente una composición en el sentido corriente de la palabra; es más una confesión interior en una etapa determinada de la vida de uno. Si la Cuarta constituye un verda
dero atisbo del ser interior de Sibelius, este debe haber sido una persona muy especial. Foto subida de Internet. 
De mi libro "Invitación a la Música" de Jonathan Kramer. 





                                                                             
                                       Sinfonía Número 4 en La menor,Op 63 de Jean Sibelius   






                        


                                                                               
                                                                               Jean Sibelius
















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