Concierto Numero 2 para piano y orquesta
El segundo concierto para piano fue compuesto entre octubre de 1930 y octubre de 1931. Bartók lo es
trenó con Hans Rosbaud como director en Frankfurt, el 23 de enero de 1933.
Si se comparan las Rapsodias Húngaras de Liszt o de las Danzas Húngaras de Brahms con cualquiera de las obras de inspiración folclórica de Bartók, nos damos cuenta de la diferencia que existe entre un supuesto nacionalismo y un compromiso profundamente sentido con el arte folclórico, resultado de años de estudio y asimilación. Liszt nació en Hungría pero vivió poco tiempo en ese país; Brahms de ninguna manera podía alegar ser húngaro. Las composiciones "húngaras" de estos compositores eran, esencialmente imbuido de la cultura húngara, sino que, además, asumió un compromiso específico de aprender el máximo posible sobre la música de su pueblo. Vivió entre los campesinos húngaros, escu
chando, registrando y escribiendo, en su propia notación especial, miles de canciones folclóricas. Reco
gió, catalogó y analizó esta música. Penetró el espíritu de la música húngara, la que, en consecuencia, tiñó su propio estilo de composición. Hay escasamente una página en cualquiera de sus composiciones que no tenga el sonido distintivo que puede ser igualmente bien definido como húngaro bartokiano.
El arte folclórico de Bartók va mucho más allá de simplemente citar melodías o inventar tonadas al esti
lo folclórico, como lo hicieron Liszt y Brahms. Bartók escribió:
"El uso apropiado de este material folclórico no se limita, por supuesto, a la introducción esporádica o imitación de estas antiguas melodías, o al uso temático arbitrario del mismo en obras de tendencias ex
tranjeras o internacionales. Más bien es cuestión de absorber los medios de expresión musical ocultos en este tesoro de tonadas folclóricas, del mismo modo en que pueden asimilarse las posibilidades más sutiles de cualquier lenguaje. Es necesario que el compositor domine su lenguaje musical tan completa
mente que se convierta en la expresión natural de sus propias ideas musicales."
El Segundo Concierto para Piano constituye una buen ejemplo de lo que quería decir Bartók cuando se refería a un leguaje musical que estaba en deuda con un lenguaje folclórico. El concierto tiene afinidad con la música húngara nativa, pero la naturaleza exacta de esa afinidad es evasiva. Efectivamente, el compositor tenía el dominio de este arte necesario para asimilar la influencia folclórica: aquí no hay in
serción de un nacionalismo externo en un estilo foráneo. Aunque en el concierto no hay ninguna cita evidente, está tan próximo a la tradición folclórica como aquellas piezas de Bartók en las que el autor utiliza tonadas folclóricas verdaderas.
Bartók se negó firmemente a enseñar composición porque se sentía incapaz de divorciarse de las obras de los discípulos. Temía sofocar la originalidad de estos con sus propias preferencias estilísticas. En cambio, tuvo que ganarse la vida como concertista y profesor de piano. Compuso el Segundo Concierto para su uso personal en las giras de conciertos por Europa. Después de su estreno en Frankfurt, consi
Bartók se negó firmemente a enseñar composición porque se sentía incapaz de divorciarse de las obras de los discípulos. Temía sofocar la originalidad de estos con sus propias preferencias estilísticas. En cambio, tuvo que ganarse la vida como concertista y profesor de piano. Compuso el Segundo Concierto para su uso personal en las giras de conciertos por Europa. Después de su estreno en Frankfurt, consi
guió contratos para interpretarlo en el festival anual de la Sociedad Internacional de Música Contempo
ránea en Amsterdam y en Londres, Estocolmo, Estrasburgo, Viena, Winterthur y Zurich.
Como muchas otras de las obras de Bartók escritas entre las décadas de 1920 y 1930, el concierto está estructurado en forma simétrica. La parte del scherzo del segundo movimiento es la piedra fundamental del arco, el punto central de la forma. Esta flanqueada a ambos lados por secciones de adagio, que utili
zan el mismo material. El movimiento central a su vez, está rodeado por dos movimientos rápidos, que también comparten el mismo material. A Bartók le fascinaba la simetría y la utilización de formas en ar
co es simplemente un ejemplo del interés que sentía por el equilibrio. Las simetrías abundan en todas sus obras, desde detalles mínimos hasta planes formales completos.
El piano toca casi ininterrumpidamente a lo largo del primer movimiento. A menudo funciona en oposi
ción a los brillantes instrumentos de bronce, y frecuentemente aparece combinado con percusión. El mo
vimiento está escrito sin cuerdas, con el propósito de crear la sonoridad especial adecuada para esta mú
sica enérgica, poderosa, deslumbrante.
Las cuerdas hacen su aparición en el segundo movimiento. Su sonido en el inicio es atmosférico, casi misterioso. Tocan acordes suaves, sostenidos con sordina y vibrato. La música de las cuerdas es casi el reflejo de su propia imagen en el espejo; cada vez que las cuerdas altas avanzan algún intervalo, las cuerdas bajas avanzan el mismo intervalo en dirección opuesta. Esta "escritura en espejo" como se deno
mina este artificio, es otro ejemplo del gusto de Bartók por la simetría.
El final comienza con el único material nuevo del movimiento. Todos los demás temas, transiciones y hasta la coda, son nuevas versiones de pasajes del primer movimiento. Salvo por un interludio apagado,
la música avanza inexorablemente hacia su tumultuoso final. Foto subida de Internet.
De mi libro "Invitación a la Música" de Jonathan Kramer.
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