LA MÚSICA Y SU MUNDO

viernes, 18 de septiembre de 2015

Concierto para orquesta de Béla Bartók


                                                          Concierto para Orquesta

 El Concierto para Orquesta fue compuesto en el lago "Saranac", Nueva York, entre el 15 de agosto y
 el 8 de octubre de 1943. Fue dirigida en su estreno por "Serge Koussevitzky", con la Orquesta Sinfó
 nica de Boston, el 1 de Diciembre de 1944.  
 Los años que Bartók pasó en Estados Unidos (1940-1945) no fueron  felices. Se vio continuamente ase
diado por problemas de salud y de dinero. Forzado por la guerra a abandonar su Hungría natal, Bartók y su esposa Ditta arribaron a Nueva York en el mes de octubre de 1940. Tuvieron que buscar un lugar donde vivir y medios para sustentarse. El primero de esos problemas era especialmente difícil de resol
ver, porque necesitaban un apartamento lo suficientemente amplio como para colocar los dos pianos, y lo suficientemente silencioso como para que Bartók pudiera componer en paz. ¡Requisitos bastante difí
ciles de encontrar en un apartamento barato en Nueva York!
Para los Bartók fue difícil adaptarse al estilo de vida tan diferente de Nueva York. Una vez pasaron tres
horas viajando en los subterráneos, "viajando de aquí para allá en el seno de la tierra; finalmente, ya sin 
tiempo y sin haber llevado a cabo nuestra misión, regresamos a casa avergonzados, por supuesto, total
mente por debajo de la tierra". Además, sufrieron una pesadilla típica de los viajeros: su equipo llegó a Nueva York dos meses después que ellos. 
El compositor había esperado ganar dinero dando conciertos a dos pianos con Ditta. Algunos amigos habían arreglado presentaciones en público, los comentarios generalmente eran desfavorables, puesto que los críticos tenían dificultades con la atípica música de Bartók. Como resultado de ello, en la tem
porada siguiente tuvieron muy pocos compromisos: solamente una presentación en concierto, tres reci
tales para dos pianos y cuatro conferencias que incluían recitales.  
Poco después de su llegada a Nueva York, Bartók fue investido doctor honoris causa por la Universi
dad de Columbia. A su vez, esto condujo a que se le contratara en esa Universidad para un trabajo de in
vestigación con una colección de grabaciones de música folclórica sebo-croata. El compositor aprecia
ba enormemente este puesto, ya que significaba un ingreso regular, si bien reducido, y porque además había sido un activo folclorista en Hungría. Su remuneración era de 3.000 dólares al año. No obstante, estaba preocupado porque no había ninguna garantía de continuidad con el sueldo, ya que, de hecho, el contrato debía ser renovado cada seis meses. Finalmente la Universidad se quedó sin dinero, pero algu
nos de los amigos de Bartók secretamente reunieron fondos entre ellos para que continuara cobrando su salario. Como Bartók era ferozmente orgulloso, y seguramente hubiera rehusado el dinero si hubiera sa
bido de dónde provenía, sus amigos guardaron celosamente el secreto de este acto caritativo. Un breve
periódo como profesor invitado en Harvard contribuyó a aumentar sus ingresos.  
La salud de Bartók comenzó a decaer. Estaba débil y con frecuencia febril. Se quejaba de dolores en los hombros y en las piernas, y perdió peso hasta llegar a apenas 40 kilos. Sufrió un colapso mientras daba una conferencia en Harvard. El diagnóstico era sombrío; tenía leucemia. La ASCAP (Sociedad Nortea
mericana de Compositores Autores y Editores), sociedad que se encarga de los derechos de autor, asu
mió todos los gastos de su atención médica. El compositor estaba muy deprimido. Sufría de una enfer
medad debilitante, estaba en un océano de distancia de su tierra natal y de la forma de vida que cono
cía, sentía la guerra como un gran peso, no estaba en condiciones de tocar el piano, sus ingresos eran es
casos y no podía componer. Aunque ya hacía tres años que estaba en Estados Unidos, no había escrito nada.                                                                          
Nuevamente, sus amigos le prestaron secretamente su ayuda. Sus compatriotas, Joseph Szgeti, el violi
nista y Fritz Reiner, el director, acudieron a Serge Koussevitzky, director musical de la Orquesta Sinfóni
ca de Boston. Entre todos elaboraron un plan para que se cargara, a través de la Fundación Koussevitz
ky, una composición musical. Koussevitzky visitó a Bartók en el hospital y le ofreció un cheque de 500
dólares como adelanto del cincuenta por ciento por una obra para orquesta. El compositor se mostró re
miso a aceptar. Sentía que sus días como compositor habían quedado atrás y que jamás recuperaría fuer
zas suficientes como para cumplir con el cometido. Pero le entusiasmó la idea de escribir para una exce
lente orquesta y aceptó intentarlo. 
El estímulo de este encargo hizo que mejorara su salud, y pudo terminar el Concierto para Orquesta el verano siguiente. Los síntomas de su enfermedad iban y venían. Consiguió que su médico, a regañadien
tes, le diera permiso para viajar a Boston para los ensayos y la interpretación del concierto. A Bartók la interpretación le pareció excelente y Koussevitzky pensaba que ese concierto era la mejor obra que se hubiera escrito en el último cuarto de siglo. Por una vez, los críticos se mostraron entusiastas y el públi
co aclamó la obra. Como resultado de este éxito, la suerte de Bartók comenzó a mejorar. 
Aunque hasta ese momento prácticamente había sido ignorado como compositor en ese país, de pronto se encontró asediado por encargos de composiciones. Se le pidió que escribiera un séptimo cuarteto pa
ra cuerdas, un concierto para dos pianos y un concierto para viola. Su música empezó a ser incluida ca
da vez más en los programas y empezó a recibir ingresos por regalías. El Concierto para Orquesta rápi
damente pasó a formar parte del repertorio estándar; apenas cuatro años después de su estreno, en todo el país se tocaba más la música orquestal de Bartók que la de Berlioz, Liszt, Dvorak, Mahler o Schu
bert. Pero Bartók no vivió para presenciar este éxito. Murió diez meses después del estreno del concier
to. No había logrado cumplir con muchos de sus últimos encargos, pero con la confianza ganada por el éxito del Concierto para Orquesta, sí llegó a componer el Tercer Concierto para Piano y la mayor parte
del Concierto para Viola.                                                                              
Para Bartók resultó gratificante lograr reconocimiento y respeto, por más que fueran tardíos. Resulta trá
gico que no compusiera muchas de las piezas que había planeado. Cuando murió, fue llorado por todo el mundo musical. Pero es un hecho estremecedor que uno de los escasos compositores modernos indis
cutiblemente grandes falleciera casi en la pobreza y estuviera próximo a morir ignorado en medio de uno de los centros culturales más grandes del "iluminado" siglo XX. 
Bartók escribió el siguiente comentario para el estreno del Concierto para Orquesta:
"El ánimo general de la obra representa, aparte del segundo movimiento juguetón, una transición gra
dual de la severidad del primer movimiento y la lúgubre canción fúnebre del tercero hasta la afirmación de la vida del último movimiento... El título de esta obra orquestal semejante a una sinfonía se explica por su tendencia a tratar a los instrumentos orquestales individuales en una forma concertante o solista. El tratamiento "virtuoso" aparece, por ejemplo, en las partes de fugato de las secciones del primer movi
miento (bronces), o en el pasaje semejante a un perpetuum mobile del tema principal del último movi
miento (cuerdas), y especialmente en el segundo movimiento, en el cual aparecen consecutivamente pa
res de instrumentos con pasajes brillantes. "
Bartók utiliza la mayor parte de las técnicas que había desarrollado en sus composiciones anteriores, aunque las aplica a materiales menos cáusticos, de manera que el concierto es más expansivo, menos di
sonante y, posiblemente, más accesible que muchos de sus antecesores. Escuchamos la cuidadosa deri
vación de la mayor parte e la música desde una fuente común, el intervalo de la cuarta( que resulta más evidente al principio del primer y tercer movimientos). Escuchamos un concierto armado en la típica forma del arco de Bartók: los movimientos externos sustanciales flanquean a dos scherzos, con el movi
miento lento como piedra fundamental. Encontramos los fugatos habituales ( especialmente en los mo
vimientos externos), desarrollo temático e inversiones ( obsérvese que el tema que inicia el allegro del primer movimiento se repite de inmediato a la inversa).
El segundo movimiento se denomina "Juego de Parejas". Pares de instrumentos tocan por turno, con ca
da compás unido a un intervalo diferente. Por ejemplo, después de la introducción de los tambores, en
tran los fagotes, tocando en sextas. Les responden un par de oboes que tocan en terceras. Luego vienen los clarinetes en séptimas, luego las flautas en quintas y, finalmente, las trompetas con sordina en segun
das. Después de una sección media semejante a un coral, las parejas empiezan a combinarse.                  Las melodías al estilo folclórico del tercer movimiento, "Elegía", constituyen el núcleo del movimiento
que está enmarcado por una textura difusa de motivos rudimentarios", según las palabras del propio  compositor.
El cuarto movimiento, "Intermezzo Interrumpido", utiliza como segundo tema la canción de "Hungría, Graciosa y Bella" , tocada por las violas. Esta melodía está interrumpida por una parodia a la Sinfonía Leningrado, de Shostakovich. Bartók escuchó esta sinfonía por radio mientras componía el concierto, y le pareció que el pasaje de al marcha del primer movimiento ( en el que se repite una y otra vez el mis
mo tema, en una evocación inexorable de la guerra) era absolutamente ridículo. Su parodia consiste en repetir la segunda parte de la marcha de Shostakovich en el clarinete, seguida por comentarios intencio
nalmente vulgares realizados con las trompetas (trinos) y los trombones (glissandi). Luego Bartok repi
te la parodia, esta vez con los violines que tocan el tema de la marcha acompañados brillantemente por los vientos , con el agregado del platillo a este comentario. Después de esta interrupción retornan la can
ción húngara y el tema principal. 
El final está basado en una figura de "movimiento perpetuo" con los violines y en ritmos de danzas hún
garas. Contiene una fuga elaborada. Foto subida de Internet.                                                             
 De mi libro "Invitación a la Música" de Jonathan Kramer.  




                                                                         

                                                                        
    

                                                    Concierto para orquesta de Béla Bartók







                                                    
  

  



 
                                                                          Béla Bartó


                                                       


                                                                             

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