LA MÚSICA Y SU MUNDO

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Sinfonía Número 2 en Re menor, Resurrección de Gustav Mahler


Sinfonía  Número 2 en Re  menor, Resurrección 

La Sinfonía Resurrección fue compuesta en su mayor parte durante 1894. Los Primeros tres movimien  tos fueron interpretados en Berlín el 4 de marzo de 1895, bajo la dirección de Richard Strauss. Mahler    dirigió la primera presentación completa el 13 de diciembre de 1895, también en Berlín.                          Hay algunas piezas de Música que son tan encantadoras, tan electrizantes, que hacen que el oyente sea  parte de ellas mientras duran. "Música escuchada tan profundamente/Que no es escuchada en  absoluto  sino que uno es la música/Mientras la música dura, como escribió T.S Eliot en su Cuatro Cuartetos.        Uno debe amar esa música u odiarla. Es demasiado poderosa para alentar la indiferencia. Entre estas      obras se encuentran los dramas musicales de Wagner, las sinfonías de Mahler, los primeros ballets de       Stravinsky y las sinfonías de Ives. No es coincidencia que estas obras fueran todas creadas dentro de    
 un periodo relativamente breve de 50 años, alrededor de un siglo atrás la controversia todavía enciende
vía enciende su furia respecto de esta música. Quizás los que la defienden nunca se reconcilian con los   detractores, musicales extremas casi exigen respuestas apasionadas.                                                          Los años entre 1865 y 1915 fueron un periodo de transición. Las "leyes" del sonido musical, algunas de
las cuales habían gobernado la música desde 1600 y otras que nunca anteriormente habían sido escuchadas, estaban muriendo. Los compositores estaban desilusionados con la tonalidad y empezaban a buscar un nuevo paradigma. El lenguaje de Bach, Mozart y Beethoven era bello para los tiempos de aquellos compositores que ya no se podía hablar directamente de los problemas de la humanidad de fi nes de siglo XIX. El mundo se estaba convirtiendo en un lugar nuevo, que necesitaba nuevas expre      siones artísticas.                                                                                                                                            La interacción de lo viejo y de lo nuevo, la lucha entre valores diferentes, dio una riqueza especial a la   música compuesta durante ese medio siglo. En algunas piezas escritas entre 1865 y 1915 podemos escu
char tanto la resignación otoñal del viejo estilo como la excitación de un nuevo lenguaje que estaba na  ciendo. La tensión entre una sensibilidad propia del siglo XIX y esa del siglo venidero se encuentra re  flejada e este singular cuerpo de música.                                                                                                     Las sinfonías de Mahler son típicas de esa etapa de transición. El romanticismo tardío, que fue a su    vez fruto del clasicismo apasionado de Mozart y de Beethoven, nutrió el extraño genio de Mahler. Es
te, a su vez, proporcionó su ímpetu a la nueva era. Sus primeras sinfonías están impregnadas de misti
cismo.respecto de la belleza natural. En sus últimas Sinfonías descubrimos las raíces del modernismo en yuxtaposiciones incongruentes y sin embargo punzantes de la tragedia y la comedia.                      
Las Sinfonías de Mahler son sobre la vida renovada. El compositor sabía que su música estaba llevan
do el sistema tonal hasta sus límites. Él anhelaba el infinito, pero el lenguaje musical existente había 
 sido creado dentro de un espíritu de moderación. "Una sinfonía debe contener al mundo", había dicho    Pero ¿cuál era el mudo que se suponía que las sinfonías de Mahler debían reflejar? los mundo cultural  y político de Occidente se hacían pedazos. La estructura social europea pronto iba a ser destruida por  
 una Guerra Mundial. Mahler vivió al final de una época y su música llegó al final de una larga y noble tradición. De manera que resulta adecuado que haya marchas fúnebres en su Primera, Segunda y Quin  
 ta Sinfonías; que su Sexta sea la Trágica; que la resignación tiña su Novena y Décima y la canción-si     fonía Das Lied von Erde, Mahler, el último gran romántico, cantó un triste adiós al siglo romántico.      A pesar de su preocupación por la muerte, Mahler no era fundamentalmente un pesimista. El abatimien
to era una respuesta demasiado fácil para él. El compositor, que luchó a través de sus sinfonías masivas para buscar a su Dios, sabía que la muerte era también un renacimiento. Entonces, ¿a quién entierra       con esas marchas fúnebres? En la Segunda Sinfonía lleva a la tumba al héroe de la Primera Sinfonía, o   por lo menos así lo dijo él. Quizás lo que quiso significar era que estaba enterrando su pasado musical.  Pero en la muerte está la esperanza de una vida renovada. Por lo tanto, la marcha fúnebre de la Segun  da Sinfonía es el primer movimiento: la muerte como comienzo, no como final. Al final de la obra un  coro celestial ha entonado la resurrección. La Segunda entonces, es esencialmente optimista.                
Avanza de una canción de muerte a una canción de esperanza. 
Las últimas obras de Mahler iban a ser menos obvias y más personales. No encontró a su Dios, pero ha
lló la respuesta a sus propios y angustiados tormentos. Las últimas sinfonías son canciones de resigna
ción, que avanzan de comienzos turbulentos hacia finales pacíficos. La resignación puede ser tan satis
factoria como la resurrección.                                                                                                                        Todas las sinfonías de Mahler  expresan una única verdad: los tiempos cambian, las sociedades y las ci
vilizaciones cambian, la gente cambia, el arte cambia, pero siempre está la esperanza de que lo nuevo llegue asociado con la muerte de lo viejo. El héroe que Mahler permanentemente entierra en sus sinfo
nías resucita bajo una nueva apariencia. La sucesión de las sinfonías se repitió a sí misma en la historia,
ya que la música de Mahler apuntó de un antiguo y rancio romanticismo hacia una resurrección del arte
de la música. Mahler mismo fue una criatura demasiado característica del siglo XIX como para llegar a cruzar la línea hacia el modernismo total, pero comprendió los tiempos cambiantes con tan extraordina
ria sensibilidad que su música llegó a ser, 50 años después de compuesta, una experiencia artística vital.
Mahler sabía que este tiempo vendría, y así fue. Ahora que podemos comprender cómo un hombre pue
de buscar a Dios y en cambio encontrarse a sí mismo, cómo un hombre puede cosechar inspiración y es
peranza a partir de la muerte, podemos apreciar la música de Mahler. Fue  malentendida y rechazada en su época, no tanto porque era nueva sino porque coherentemente predecía la muerte de una etapa. Pero también predijo la esperanza de una era posterior, que es nuestra era. 
Cuando Mahler escribió la Segunda Sinfonía, todavía no había tomado conciencia vivida de sus contra
dicciones internas. Consideraba el problema de la vida/otra vida más en términos religiosos que a la ma
nera personal de sus últimas sinfonías. Sin embargo, esos temas subrayan claramente sus sentimientos,
como podemos verlo en lo que escribió acerca de la Sinfonía Resurrección. 
He llamado al primer movimiento "Pompa Fúnebre"... es el héroe de mi Primera Sinfonía al llevo a la  tumba y es partir de la clara evocación de su vida que puedo observar desde un lugar ventajoso más al
to. Al mismo tiempo hay una gran pregunta: ¿" Por qué has sufrido? ¿Es todo esto tan sólo una enorme y horrenda broma?" -Debemos resolver estos problemas de un modo u otro, si es que vamos a conti
nuar viviendo- si, ¡incluso si vamos a continuar muriendo! Aquel en cuya vida haya resonado alguna vez esta llamada debe dar una respuesta; y yo doy esta respuesta en el último movimiento. 
Los movimientos segundo y tercero están diseñados como un interludio; el segundo movimiento es una evocación -una escena soleada, calma y tranquila, de la vida de este héroe. 
Debe de haberle ocurrido a usted alguna vez -haber llevado a la tumba a un amigo querido y luego, qui
zás camino a su casa, de repente apareció ante usted la imagen de una hora de felicidad ocurrida mucho
tiempo atrás, que hace su entrada ahora en su alma como un rayo de sol -al que no estropea ninguna sombra-. ¡Casi puede olvidar lo que ha sucedido! Ese es el segundo movimiento. Después, cuando us
ted despierta de ese sueño nostálgico y debe regresar a la confusión de la vida puede ocurrir fácilmente que este ajetreo y alboroto permanentemente en movimiento, que nunca termina y a menudo incom
prensible de la vida, se vuelva misterioso para usted, como los movimientos de las figuras de danzas en un salón de baile brillantemente iluminado al que debe contemplar desde la noche oscura -desde tan le
jos que ya no puede escuchar la música de la danza nunca más. Entonces para usted la vida pierde el sentido, se convierte en una aparición horrorosa ante la cual usted quizás encoja con un grito de disgus
to. ¡Ese es el tercer movimiento!  
Cuando concibo una gran idea musical, siempre llego al punto en el que debo hacer a la Palabra porta
dora de la idea... Lo que me sucedió con el último movimiento de la segunda sinfonía es simplemente esto: realmente examiné toda la literatura del mundo, incluso la Biblia, para hallar la palabra de reden
ción -y me vi por último obligado a expresar mis sentimientos y pensamientos con mis propias palabras.
 El modo en el que recibí inspiración para este acto es muy indicativo de la verdadera naturaleza de la creación artística. Durante cierto tiempo contemplé la posibilidad de usar un coro para el último movi
miento; sólo que mi preocupación de que alguno pudiera considerar esto como una imitación algo su
perficial de Beethoven me hizo dudar una y otra vez. Fue entonces cuando murió Bülow y asistí a los servicios conmemorativos aquí en Hamburgo. El estado de ánimo en el que me encontraba mientras permanecía sentado (en la iglesia) y pensando en él que había partido, estaba muy en el espíritu de la obra que llevaba dentro de mí. En ese momento el coro desde la galería del órgano entonó el coral de Klopstock Aufersteh'n!("¡Levántate nuevamente!") Eso me golpeó como un rayo: ¡Todo se volvió claro y distinto ante mi alma! El artista creativo espera    este rayo -esta es su concepción sagrada".
Lo que había experimentado ese día, ahora debía crearlo en sonidos. Y sin embargo, si no hubiera lleva
do la obra en mí -¿cómo hubiera podido experimentarlo? Después de todo, miles de personas estaban sentadas conmigo en la iglesia en ese momento. Y ese es el modo en el que siempre sucede conmigo: só
lo si experimento, compongo. Sólo si compongo, experimento. 
A partir de este programa extenso, expresado en una carta a un amigo, podemos apreciar los conflictos de Mahler: la vida versus la muerte, la muerte versus la resurrección, Dios en la muerte versus Dios en la vida, la vida versus el vivir, la necesidad de vivir versus el hábito de vivir. De su implacable lucha por resolver estos conflictos nació un cuerpo de obras maestras que representan modos extraordinaria
mente variado de encarar problemas persistentes y acuciantes. La visión de Mahler de la vida y de la muerte puede ser aceptada o rechazada, pero no puede ser ignorada. Foto subida de Internet. 












  Sinfonía Número 2 en Re menor, Resurrección de Gustav Mahler












                                                                       


                                                                    Gustav Mahler

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