Aunque la historia a menudo repetida de que Mozart murió en la pobreza es una exageración, es ver
dad que su popularidad y por lo tanto su capacidad para ganarse la vida menguaron de modo sosteni
do durante sus últimos años. Si bien compuso doce conciertos para piano entre el 9 de febrero de 1784 y el 4 de diciembre de 1786, sólo escribió dos más en sus restantes cinco años de vida . Estaba
perdiendo su público.La gente estaba cada vez menos dispuesta a pagar por oír a Mozart intepretar
un nuevo concierto para piano . En la época de su última producción en este género, el K. 595 en Si bemol, ya no podía afrontar dar un concierto entero por su cuenta. El último concierto para piano de
bió ser estrenado en una "academia" dada por el clarinetista Joseph Bähr. En un anuncio del concier
to, a Mozart se le da el último lugar, después de Bähr y de un cantante.
Quienes escriben sobre Mozart se inclinan a caracterizar el K. 595 como un concierto de despedida. Alfred Einstein, por ejemplo, lo llama su "confesión...de que la vida había perdido atractivo para él".
Einstein también menciona un "ánimo de resignación"y las profundidades de la tristezs" y cree que la música del final de "jovialidad resignada... proviene de saber que esa es la última primavera". El biógrafo Hugh Ottoway describe " una velada tristeza que está enmascarada como alegría".Sin negar las cualidades otoñales de esta música, uno jno puede dejar de preguntarse cómo habrían interpreta
do los comentaristas de nuestros días el K. 595 si la salud de Mozart hubiera mejorado, si hubiera vi
vido otros cuarenta o cincuenta años,si hubiera compuesto otras dos docenas de conciertos para pia
no.
¿Qué es lo que da al concierto su aura especial? Después de todo, está en Si bemol mayor, sin ni si
quiera un movimiento lento en modo menor. Sin embargo, la mordacidad es inconfundible. El primer
movimiento fije el tono con sus ondulaciones de cuerdas en la apertura, que preceden por un compás
el tema principal. Este comienzo es inhabitual en Mozart; la única otra obra en mayor suya que se ini
cia de tal manerra es la Sinfonía en Sol menor, K. 550. Una vez que la música comienza con esta nota de inquietud, la intensidad se alterna repetidamente con la belleza. Es de observar, por ejemplo,
cómo el nostálgico tema de la apertura es interrumpido dos veces por breves fanfarrias de los vien
tos. Los pasajes más felices son convencionales, casi impersonales: fanfarrias, arpegios y escalas rá
pidas por encima de las armonías simples. Esta música objetiva se ve permanentemente suplantada por una música más personal, caracterizada por las modulaciones distantes,las excursiones a menor,
el cromatismo intenso y las discontinuidades.
El movimiento lento exhibe una cualidad peculiar de las últimas obras de Mozart: la simplicidad( el Concierto para Clarinete es otro ejemplo principal de esto), El de Mozart es un arte sofisticado y la aparente simplicidad está verdaderamente basada en una sutileza considerable. El compositor ya no deseaba usar su habilidad artística de un modo virtuoso, tal como lo hizo en el contrapunto de cinco partes de la Sinfonía Júpiter o en muchas fugas de sus primeras obras. Aqui la superficie es de apa
riencia directa y sin esfuerzo,los contrastes están minimizados. Pero la música tiene profundidad inte
rior precisamente por la capacidad artística sofisticada que siempre permanece medio oculta.
El tema del rondó le gustaba tanto a Mozart que lo usó en otra composición, la canción Sehnsucht nach dem Frühlinge("Añorando la Primavera"), compuesta unos pocos días después del concierto. El último movimiento tiene muchas de las cualidades de los primeros dos. Incluye dos cadenzas, ambas
escritas completamente por Mozart.
De mi libro "Invitación a la Música" de Jonathan Kramer. Foto subida de Internet.
Mozart
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