Concierto en Mi menor para Violín y Orquesta, Opus 64
El Concierto para Violín y Orquesta fue iniciado en 1838 y terminado el 16 de septiembre de 1844. Las revisiones continuas hasta el estreno, que fue dado el 13 de marzo de 1845 por el violinista Ferdi
nand David y la orquesta Gewandhaus de Leipzig, dirigida por Neils Gade.
En 1840, Mendelssohn fue "invitado"-es decir, convocado-a la corte del nuevo rey de Prusia, Federi
co Guillermo IV. El rey deseaba que el mecenazgo de las artes fuera una prioridad principal de su régi
men, y porlo tanto atrajo a Berlín a poets, pintores, músicos e intelectuales. La intención de Federico Guillermo era buena, pero era un soñador que tenía más ideas de las que jamás pudo poner en prácti
ca. Quería que Mendelssohn, por ejemplo, no sólo estuviera a la cabeza del departamento de música de la Academia Real de las Artes, sino también que iniciara un nuevo conservatoria que fuera el cen
tro de la vida musical alemana. La familia del compositor le apremió a aceptar el cargo. Su madre,que
había enviudado recientemente y vivía en Berlín, estaba especialmente ansiosa de que su hijo regresa
ra a la ciudad donde había pasado su infancia. Mendelssohn se sentía poco dispuesto, porque nunca le había gustado Berlín y porque estaba seguro de que sus ideas liberales chocarían con el conservaduris
mo del rey. Además, sabía que dispondría del poquísimo tiempo para componer la música que a él le gustaba escribir. Uno de sus muchos era un concierto que había prometido a su viejo amigo
el violinista Ferdinand David. Pero por fin Mendelssohn aceptó: cuando un rey invita, el súbdito acu
de. El compositor estaba entusiasmado con la idea de trabajar en la ciudad más grande de Alemania y ansiaba tocar con los grandes conjuntos de Berlín así como componer para ellos.
Tras complicadas negociaciones respecto de sus exactas obligaciones y cargo, Mendelssohn se mudó con su familia a la capital prusiana en 1841. Obtuvo permiso por un año para dejar su cargo como di
rector de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig. El primer violín de Ferdinand David, para quien Men
delssohn estaba escribiendo el Concierto para Violín asumió el cargo de director, en el que le suce
dió, cuando el compositor se quedó en Berlín, Ferdinand Hiller y luego Neils Gade( a quien le tocó el honor de dirigir el concierto cuando finalmente estuvo listo en 1845).
Una vez en Berlín, Mendelssohn se topó con una serie de frustraciones. Los músicos de la orquesta no eran tan consumados como los de Leipzig y experimentaban hostilidad hacia él. Además, los bu
rócratas con los que tenía que lidiar eran evasivos y poco coperativos. Del ministro de Artes, a través del cual debían canalizarse todas las peticiones de Mendelssohn, el compositor dijo: Parece haber ju
rado la muerte a todo emprendimiento intelectual libre. Tiene miedo de un ratón" Se sumó a la infeli
cidad de Mendelssohn la muerte inesperada de su madre en 1842.
El compositor trabajaba en exceso y estaba deprimido. Se le exigía enseñar, componer para el Teatro Real y para los servicios de la iglesia y dirigir una orquesta y un coro. También tenía que habérselas con la estupidez oficial y la insensibilidad. Por ejemplo, se le pidió poner música a un poema "patrió
tico" que verdaderamente se oponía a la libertad de Alemania(para su buen nombre, Mendelssohn se negó a llevar a cabo esta tarea, aunque si dirigió el arreglo de un tala Konradin Kreutzer). Su infelici
dad cobró su tributo en su música. Durante esos años en Berlín se le exigió escribir música inciden
tal-en su mayor parte vacía y ahora casi olvidada-para las producciones Antígona y Edipo en Colona de Sófocles y para Athalia de Racine. La única excepción fue la maravillosa música para Sueño de una Noche de Veranno de Shakespeare, que había comenzado a los 17 años y que ahora terminó, a pe
tición del rey. Un cortesano "hizo un cumplido" al compositor respecto de su nueva pieza:"¡Qué lásti
ma que haya desperdiciado su bella música en una obra de teatro tan estúpida!" Los planes del rey pa
ra el nuevo conservatorio no llegaron a nada. Mendelssohn había aportado con mucha fe una serie de ideas bien meditadas, pero el rey, como verdadero diletante que era, había trasladado su entusiasmo a otros proyectos. La idea de la escuela quedó "en suspenso", indefinidamente. El compositor le escri
bió a un amigo: "Grandes planes, exiguos logros; enormes exigencias, pocas concreciones;crítica so
fisticada, músicos miserables".
Mendelssohn estaba listo para abandonar. Pero el Rey le halagó y le conquistó para que se quedara.
Su carga de trabajo fue aliviada y se le dio la libertad de viajar. Pero el rey resultó ser un tamposo:la
mayor parte de lo prometido nunca se materializó. Mendelssohn regresó momentáneamente a Leip
zig donde logró fundar un nuevo conservatorio. Esta escuela, que había sido planeada tiempo atrás, cumplía con todos los ideales que Federico Guillermo había deseado para Berlín, pero lque era reacio
a llevar a cabo. El estelar plantel de profesores incluía al violinista David( que todavía esperaba pa
cientemente el Concierto para Violín de Mendelssohn), al compositor Robert Schumman y el teórico
musical Moritz Hauptmann.
Mendelssohn regresó a sus deberes oficiales y sus frustraciones no oficiales en Berlín. Hallaba opresi
vo el entorno social de la corte y su salud comenzó a sufrir(murió tres años más tarde, a la edad de 38 años). El rey Federico Guillermo simuló estar confundido cuando supo que su muy bien pagado servi
dor deseaba la libertad completa,pero finalmente se avino, con la condición de que Mendelssohn estu
viera disponible para futuros encargos e interpretaciones. El compositor dejó Berlín para siempre en
1844; escribió a un amigo: "El primer paso fuera de Berlín es el primer paso hacia la felicidad".
Ya sin la exigencia de componer obras patrióticas, himnos eclesiásticos y música incidental, finalmen
te pudo terminar la obra que había empezado seis años atrás, el magnífico Concierto para Violín.
Aunque Mendelssohn mismo era violinista y anteriormente había otro concierto para violín (a la edad
de 15 años), repetidamente buscaba el consejo de su amigo David. Como resultado, el Concierto en
Mi menor es una integración magistral de virtuosismo y musicalidad. Está lleno de líneas melódicas que brotan del violín aparentemente sin esfuerzo y sin embargo explota totalmente el potencial técni
co del instrumento. El final en particular presenta un virtuosismo desenfadado y verdaderas melodías integradas en uno de los scherzos maravillosamente endiablados de Mendelssohn. Es esta combina
ción de virtuosismo y lirismo la que ha hecho que el concierto fuera apreciado por generaciones de
violinistas y oyentes. El concierto tiene también su cuota de innovaciones .Se puede considerar, por ejemplo, el modo en el que los movimientos están enlazados entre sí. El fagot sostiene una sola nota todo el tiempo desde el último acorde del primer movimiento, creando un lazo armónico con el segun
do movimiento. Ese movimiento avanza sin pausa hacia una sección de transición que lo vincula con el final. El primer movimiento incluye una cadenza escrita por completo. Tradicionalmente la caden
za se deja a la improvisación, composición o elección del solista. Por lo general, se la presenta justo antes del cierre del primer movimiento, en un punto en el que la modulación hacia adelante del con
cierto se detiene por un instante de modo que el solista pueda exhibir su virtuosismo. Este pasaje am
plio y sin acompañamiento por lo general tiene poco que ver con la estructura de la pieza. Mendel
ssohn trató de integrar la cadenza a la forma, así que la situó antes dentro del movimiento. Sirve de transición entre la sección del desarrollo y la recapitulación. Ahora que la cadenza tiene un papel es
tructural importante, su forma y armonía ya no pueden quedar libres al capricho del solista. De mane
ra que Mendelssohn escribió exactamente lo que el solista debía tocar, teniendo especial cuidado( y pi
diendo el consejo de David al respecto) deque no obstante diera al virtuoso amplia oportunidad de ex
hibir su habilidad. No hay ninguna cadenza en los movimientos segundo y tercero, pero la modula
ción perpetua del final brinda constantemente al violinista una figuración imaginativa que promete lla
mar la atención y, al mismo tiempo, deleitar a los oyentes.
De mi libro " Invitación a la Música" de Jonathan Kramer. Foto subida de Internet.
Felix Mendelssohn
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