Danzas Eslavas
Antonin Dvorák(1841-1904)nacido en Nelahozeves, pueblecito de la Bohemia Central situado en el fértil valle del río Vltava, absorbió desde su niñez más temprana las melodías y los ritmos del folklore checoeslovaco. En 1878, impulsado por el éxito de las Danzas Húngaras de Brahms, el editor de éste, Sim rock, de Berlín, sugirió que Dvorák debía componer en el mismo estilo; y así fue cómo este último escribió su primera serie de Danzas Eslavas, Op. 46. A diferencia de las Danzas Húngaras de Brahms, las Danzas Eslavas no son adaptaciones y arreglos de melodías populares, sino composiciones origina les inspiradas en el folklore nacional. Compuestas para dúo de pianos, en cuya forma son deliciosas. Dvorák procedió a orquestarlas casi inmediatamente. La instrumentación es rica y brillante, y en las danzas podemos admirar el fecundo y maravilloso ingenio de Dvorák. Su habilidoso empleo de las ideas musicales, combinado con frecuentes alternativas de los modos mayor y menor, presta gran varie dad al tratamiento de las melodías. Sus tonadas características, sus ritmos vehementes, su humor checo y su alegría popular combinados con el mágico colorido de su ropaje orquestal, hicieron que las Danzas Eslavas triunfaran apoteósicamente desde el primer momento.
Tras este éxito sin precedentes, Simrock comenzó casi inmediatamente a solicitar de Dvorák que escri biera una segunda serie, pero temiendo que le iba a ser muy difícil repetir tal hazaña, el compositor no se decidió a acceder a los requerimientos del editor hasta 1886, unos ocho años más tarde. Esta serie,
Op. 72, volvió a escribirla para dúo de pianos. Se supone que la orquestación subsiguiente dio bastante
trabajo al compositor, ya que no la completó hasta pasados seis meses, aunque parece ser que quedo muy satisfecho del resultado Dvorák había adquirido mayor talla como músico, y el Op. 72 muestra un gran avance sobre su predecesor, el Op. 46. También representa con más exactitud al folclore eslavo, pues en él se incluyen danzas servias y polacas, además de las checoslovacas. Aunque no tan genuina
mente alegres como las de la serie anterior, las danzas de Op.72 poseen un expresivismo más hondo, los colores tonales son más cálidos y más refinados, las melodías originales más cromáticas. En varios casos, también, las versiones orquestales no fueron exactas transcripciones de las piezas para piano, sino nuevas y divergentes variantes. Por entonces, Dvorák comenzaba a darse cuenta de su valía como compositor. Por el Op.46, que produjo al editor una fortuna, Dvorák había recibido solamente 300 mar cos. Simrock se complacía en lamentarse de que las obras en gran escala del compositor eran -emplean do una frase de la actualidad- "no comerciales". Cuando accedió a proveer al editor de lo que éste de seaba, por la incrementada retribución de 3.ooo marcos. Dvorák le dijo que esto era como prohibirle componer obras de más envergadura -sinfonías, conciertos, música coral, etc-, e insistió en que, con el tiempo, estas obras también habían de producir buenos dividendos; afirmación ésta que se ha demostra do con creces.
Del disco de mi padre "Brahms: Danzas Húngaras. Dvorák: Danzas Eslavas".
Danzas Eslavas de Dvorák
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