LA MÚSICA Y SU MUNDO

sábado, 23 de marzo de 2019

Concierto Número 1 en Re bemol mayor para Piano y Orquesta, Opus 10,Concierto Número 2 en Sol menor para Piano y Orquesta, Opus 16 de Sergei Prokofiev


                        Concierto Número 1 en Re bemol mayor para Piano y Orquesta, Opus 10
El primer Concierto fue iniciado en 1911 y terminado el 7 de febrero de 1912. El compositor tocó el estreno en el Parque Sokolniki de Moscú, el 7 de agosto de 1912, bajo la dirección de K.S. Sarajev.
El Segundo Concierto fue escrito en el invierno de 1912-1913. Prokofiev fue el pianista y A. P. Asla
nov el director del estreno, que tuvo lugar en Pavlovsk, el 5 de septiembre de 1913. La obra fue revi
sada en 1923. El compositor estrenó la nueva versión en París, bajo la dirección de Serge Koussevitz
ky.
Como estudiante, Sergei Prokofiev fue una especie de enfant terrible. Era impetuoso y confiado en sí mismo y su actitud hacia la educación que recibía en el conservatorio y los clásicos que le enseñaban fue menos que reverente. Sus primeras composiciones reflejan su personalidad. Fueron audaces, inno
vadoras y a veces, crudas. Prokofiev tenía la confianza de la juventud y creía en su propio talento. Quería hacer carrera y usaba una combinación de habilidad artística, notoriedad y agresividad para lo
grar su objetivo.
Una vez que se había presentado al público un cierto número de sus obras, Prokofiev sintió que el si
guiente paso en su carrera ascendente debía ser lograr que se publicaran algunas de sus composicio
nes musicales. El director Serge Koussevitzky había habierto una editorial en 1909, y noresmbró un con
sejo editorial constituido por músicos tan distinguidos como Scriabín, Rachmaninoff y Nicolai Medt
ner. Prokofiev sometió algunas piezas a consideración de este panel y recibió el primero de varios re
chazos. Medtner comentó: "Si esto es música, entonces yo no soy músico." A continuación el joven compositor se puso en contacto con la firma de P.I Jurgenson, la editorial más respetada de Rusia. Aunque Prokofiev llevaba una recomendación del compositor Sergei Taneyev junto con sus partitu
ras, la respuesta fue descorazonadora además de exasperante; la firma estaba " demasiado ocupada para mirar obras nuevas.
El obstinado compositor decidió que encotraría un modo para hacer que Jurgenson examinara sus par
tituras. Decidió obtener la ayuda de A.V Ossovsky, un rico musicólogo aficionado. Prokofiev se pre
sentó de improviso un día en la casa de Ossovsky, pasó la barrera de los sirvientes y se negó a irse
hasta después de haber tocado algo de música. El descaro del compositor funcionó Ossovsky quedó encantado(no sanbemossi con el joven o con la música) y escribió una enérgica carta de recomenda
ción dirigida a Jurgenson. Casi al mismo tiempo, Prokofiev tocó algunas de sus piezas para piano en un concierto. Cuando fueron bien recibidas, le dijo a todo el mundo que se asegurara de que Jurgen
son se enterara de su éxito.
Jurgenson no pudo resistir el ataque a dos puntas. Mandó a buscar al compositor, escuchó su música y de inmediato le ofreció un contrato. En cierto modo, para sorpresa de Jurgenson, la música para pia
no que publicó se vendió bastante bien.
Ahora que Prokofiev era un compositor cuyas obras estaban publicadas, podía conseguir presentacio
nes prestigiosas. De manera que presentó su Primer Concierto para Piano en 1912, haciendo simultá
neamente su debut como solista de piano con orquesta y como compositor de conciertos. Tocó en un concierto de verano al aire libre. El público, poco sofisticado, disfrutó de la vista y el sonido de un pianista y compositor que parecía un muchacho, , tocando con gran inspiración, pasajes de una bri
llantez técnica sumamente sorprendente. Sin embargo, la reacción de la crítica fue mixta, y algunos de los comentarios fueron realmente desagradables. Un periódico dijo que el concierto era "cacofo
nía cruda, grosera y primitiva, que apenas merecía el nombre de música. En su desesperada búsque
da de novedad completamente ajena a su naturaleza, el compositor se ha extralimitado. Estas cosas no suceden con el verdadero talento.
En vez de descorazonarse,Prokofiev empezó ca¡si de inmediato a componer el segundo concierto. Cuando lo presentó las críticas nuevamente fueron ásperas.
Apareció en la plataforma un joven con el aspecto de un escolar de Petesburgo. Era Sergei Prokofiev.
Se sentó al piano y parecía que ora sacudía el polvo del teclado, ora golpeaba notas al azar, de un mo
do estridente y seco. Parte del público no sabía que hacer de todo eso. Se elevaron murmullos indignados: "!Música como esta es suficiente para enloquecer a uno!" Otras personas del público las siguieron. El joven pianista terminó el concierto con una combinación inexorable y discordante de los bronces. El público estaba escandalizado y la mayor parte silbó. Con un saludo burlón, Prokofiev se sentó de nuevo y de inmediato tocó un bis. Hubo exclamaciones desde todos lados: "¡Al diablo con esta música futurista! ¡Vinimos a divertirnos! ¡Los gatos sobre el tejado hacen ruidos más soporta
bles!" Pero los críticos modernistas estaban extasiados. "¡Brillante!", exclamaron. ¡Qué novedad!¡Qué temperamento y originalidad!".
Otro crítico informó:"El concierto de Prokofiev es cacofonía que nada tiene que ver con el arte de la música. Sus cadenzas son insufribles. El concierto está lleno hasta rebosar de fango musical, produci
do, uno podría imaginar, por el derrame accidental de tinta sobre papel de música."
Estas reacciones negativas cerraron muchas puertas a las aspiraciones del compositor, pero él no se rindió. Se consoló con el hecho de que su compatriota Igor Stravinsky había sufrido insultos en el es
treno de La Consagración de la Primavera un tiempo antes, el mismo año y que, sin embargo, parecía tener una carrera de éxito espectacular. Además, ¡Prokofiev consideraba que su concierto era más ra
dical y más soportable que cualquiera de las piezas de Stravinsky que conocía! Siguió componiendo la música agresiva que creía correcta.
Y continuó intentando avanzar en su carrera. Trató de lograr que el director Alexander Siloti progra
mara el Segundo Concierto, pero Siloti se resistió. Con la ayuda del compositor Nikolai Miaskovsky, Prokofiev dio a conocer el hecho públicamente. Siloti respondió en la  prensa: "No puedo invitar a Prokofiev a tocar el Segundo Concierto en mis conciertos, por la sencilla razón de que yo tendría que  dirigir la orquesta y con semejante obra eso está más allá de mis posibilidades. Después de todo, la música de Debussy posee por lo menos un aroma agradable. La música deProkofiev apesta hasta los cielos."
Seguidamente el compositor decidió participar en una composición de interpretación de piano. Planea
ba tocar uno de sus propios conciertos.
Si bien era factible que no tuviera éxito en la composición tocando un concierto clásico, calculé que existía la posibilidad de que mi propio (Primer) Concierto iba a impresionar a los examinadores por la pura novedad de la técnica que exigía;¡Simplemente no podrían decidir si lo estaba tocando bien o no! Además, si tocaba mi propio concierto y no ganaba el premio,la derrota sería menos mortificante
¡porque nadie podría decidir si lo había perdido porque mi concierto era malo en sí mismo o porque yo lo tocaba mal!
Cuando anunció que tocaría su propio Primer Concierto("el segundo hubiera sonado demasiado estra
falario dentro de los sacrosantos muros del Conservatorio"), el jurado se opuso. ¿Cómo podrían eva
luar la precisión de su interpretación si no conocían la obra? Ante la cual el compositor hizo arreglos para que su editor distribuyera partituras y las leyeran todo los integrantes del público. Este gesto de temeraria confianza en sí mismo impresionó a los miembros del jurado,y-después de muchas delibera
ciones-otorgaron el premio a Prokofiev.
Alexander Glazunov, presidente del jurado, representó la opinión minoritaria. Era verdad que varios años antes él había ayudado a que un brillante noven de trece años pasara el rígido examen de ingreso
al Conservatorio de San Petersburgo. Era verdad que había perdonado la irreverencia cuando cierto es
tudiante del Conservatorio intencionalmente había agregado notas erróneas a algunas piezas de cáma
ra clásicas.¡Pero tener el descaro de participar en una competición de piano con su propio concierto, por llamarlo de algún modo, era demasiado! Glazunov dijo a los otros miembros del jurado que ellos estarían dando su beneplácito "a una tendencia nociva" si otorgaban el primer premio a un rebelde y a un advenedizo, a un joven que públicamente expresaba su desdén por Mozart y Chopin. Pero Glazu
nov fue vencido. Al principio se negó a anunciar el resultado, pero finalmente, viendo que era imposi
ble mantener su posición, comunicó al público que esperaba el nombre del ganador"mascullando de modo chato y monótono", como más tarde recordaba Prokofiev. El ganador recibió un piano de cola,
la oportunidad de tocar su concierto en la ceremonia de graduación del Conservatorio y, de su madre,
un viaje a Inglaterra.
Cuando llegó a Londres, Prokofiev conoció al empresario ruso Sergei Diaghilev, cuya compañía ha
bía hecho historia presentando obras nuevas y espectaculares de Stravinsky y de Ravel. Diaghilev era un hombre de mundo sofisticado y Prokofiev un joven franco sin ningún sentido de trato social. Sin embargo, Diaghilev estuvo dispuesto a escuchar la música de Prokofiev. El compositor tocó el Segun
do Concierto( en un arreglo para piano solo). Uno de los asistentes de Diaghilev murmuró: "Este jo
ven es una bestia salvaje." Pero Diaghilev detectó el potencial para otra novedad más en ballet y de in
mediato le encargó una obra al arrogante compositor.
Prokofiev volvió al Segundo Concierto varios años más tarde. La partitura original se había quemado en un incendio y al volver a escribir una nueva partitura revisó la pieza. Terminó la revisión justo an
tes de mudarse a París, en 1923.
Fue a Francia en un intento de hacer que su carrera adquiriera nivel internacional. Por ese entonces, París era el centro de la música contemporánea y Prokofiev sabía de la reverencia por la música rúsa que abrigaba Ravel( y, antes que él, Debussy). Aunque al principio los gentiles músicos franceses tu
vieron problemas con la personalidad brusca de Prokofiev, pronto lo incluyeron regularmente en sus reuniones sociales. Prokofiev decidió que se acrecentaría su aceptación en Francia si tocaba una de sus obras más típicamente rusas. Su presentación del Segundo Concierto para Piano revisado tuvo un éxito resonante. Los parisinos se entusiasmaron al ver, así como oír, el modo en el que  Prokofiev mar
tillaba lo que ellos consideraban la cadenza más larga y más difícil que jamás se hubiera escrito. La tremenda energía de la música y de la interpretación que de ella hacía Prokofiev le aseguraron una buena reputación en París.
Al escuchar hoy en día los dos primeros conciertos para piano de Prokofiev, es fácil oír la impetuosi
dad y el nervio que despertaron el entusiasmo del primer público y que horrorizaron  a los eruditos profesores de Prokofiev y a algunos de los críticos periodísticos más pomposos. Pero también nos re
sulta graciosa la idea de que esta música hay asido condenada como cacofónica o carente de talento.
Lo que impactó a los primeros oyentes como cacofonía hoy se parece más a la desbocada exuberan
cia de la juventud. Es una música estimulante y extravertida.
Prokofiev escribió del Primer Concierto:
El concepto se expresa de dos maneras: por algunos de los medios utilizados para combinar el piano y la orquesta y por la forma; un allegro de tipo sonata con la introducción repetida después de la intro
ducción repetida después de la exposición y nuevamente al final, un breve andante y un scherzo de de
sarrollo con cadenza para introducir la recapitulación. En ese momento esta forma fue criticada en al
gunos círculos como algo que no era más que una sucesión de episodios sin relación, pero de hecho los episodios están muy firmemente unidos.La ejecución de la idea fue una mejora con respecto a par
tituras anteriores y, excepto por un pequeño retoque menor, he dejado la obra tal como la escribí.
El concierto fue concebido originariamente como un concertino de un solo movimiento. Como lo se
ñala el compositor, la pieza terminada combina la forma del movimiento único y de los tres movi
mientos. Las secciones se tocan sin pausa y el final funciona en muchos sentidos como la recapitula
ción del primer movimiento. El andante es casi demasiado breve para ser un movimiento independien
te.
Dentro de este breve concierto hay una gran riqueza de ideas imaginativas y originales. La introduc
ción completamente orquestada, por ejemplo, está llena de vida. El brillante virtuosismo del solo de piano que sigue a continuación es igualmente extravertido. Es difícil comprender cómo el bello movi
miento lento pudo haber ofendido a alguien. Es más cercano en su estado de ánimo al lirismo de Rach
maninoff que a los caprichosos movimientos exteriores.El final está lleno de ingenio, encanto e impul
so rítmico. Los biógrafos de Prokofiev, Lawrence y Elizabeth Hanson, perciben, hacia el final de la ca
denza, una referencia sarcástica a las sonatas para piano de Mozart que Prokofiev odiaba tocar. como
Brillante como es el Primer Concierto, el virtuosismo del Segundo por momentos resulta pasmoso. Prokofiev estaba lanzado a conquistar el mundo como pianista y como compositor. La cadenza extre
madamente larta del primer movimiento, por ejemplo, crece en intensidad y en fuegos de artificios técnicos. Cada vez que pensamos que el pianista ya no puede dar más, Prokofiev le plantea nuevas
exigencias. ¡ Y esto es en el movimiento lento del concierto! Por contraste, las cadenzas del tempes
tuoso último movimiento constituyen puntos de reposo en una pieza que, por lo demás, es implaca
ble. La modulación perpetua del scherzo y el impulso tipo marcha del intermezzo suman a la impre
sión de barbarie. Es esta una música sumamente original e , igual que su compositor de 22 años, irre
verente, temeraria y agresiva. No es sorprendente que un público que se nutrió en la música de Rims
ky-Korsakov y sus sucesores, encontrara desconcertante esta música. Actualmente, sin embargo, sus  disonancias son estimulantes, su vigor quita el aliento y su estética cautiva. Foto subida de Internet.
De mi libro "Invitación a la Música" de Jonathan Kramer.










  

Concierto Número 1 en Re bemol mayor para Piano y Orquesta, Opus 10





  

Concierto Número 2 en Sol menor para Piano y Orquesta, Opus 16






          Sergei Prokofiev 




































No hay comentarios:

Publicar un comentario