Y terminamos con las últimas obras de Ravel: Valses nobles y sentimentales y la más conocida para mí, que he escuchado toda mi vida y que conocí gracias a mi padre, La Valse. Esta obra me encanta.
Valses nobles y sentimentales fue compuesta en 1911 como pieza para piano. Louis Aubert presentó la obra por primera vez, el 9 de mayo de 1911, en París. Ravel la orquestó en 1912, para uso en el ballet
de Adélaïde, ou le langage des fleurs(Adelaida o el lenguaje de las flores). Ravel dirigió la Orquesta
Laxmoureux en el estreno de Adélaïde, el 22 de abril de 1912, en París. La primera interpretación pura
mente orquestal fue dada por Pierre Monteux y la Orquesta de París el 15 de febrero de 1914. La Valse fue compuesta entre diciembre de 1919 y marzo de 1920, primero como obra para dos pianos y luego para orquesta. Ravel y Alfredo Casella estrenaron la versión para piano en Viena, el 23 de octubre de
1920. Camille Chevillard dirigió la primera presentación orquestal con la Orquesta La moureux, el 12 de diciembre de 1920, en París.
Casi una década transcurrió entre las dos grandes composiciones valsísticas de Ravel. Ambas obras co menzaron como piezas para piano y más tarde fueron orquestadas. Ambas se refieren al vals vienés. Ambas posan su mirada en eras pasadas: Valses nobles en el mundo refinado de Viena de comienzos del siglo XIX y La Valse en la corte vienesa imperial de 1855. Pero allí terminan las similitudes. Las dos obras son muy diferentes, en gran parte debido a los acontecimientos que intervinieron entre la composición de una y de la otra. La Primera Guerra Mundial afectó profundamente a Ravel de modo personal. Estaba en el ejército, por voluntad propia, y varias veces estuvo a punto de morir. Sus expe riencias en batallas produjeron en él una impresión que perduró para siempre. Además, quedó desolado por la mude su madre, acaecida durante la guerra. De modo que, mientras los Valses nobles de la muer rte preguerra es una interpretación elegante de la música para danza vienesa, La Valse es un recuerdo agridulce de un mundo que había sido destruido por la guerra. En 1911 Ravel podía ser distante, casi clásico, en su visión de la música para danza de la otra era y de otra cultura. Pero la Viena de 1920 (donde, irónicamente, Ravel y Alfredo Casella estrenaron la versión para dos pianos de La Valse) tenía poco en común con la de 1855.
Ambos valses orquestales miran al pasado, pero desde presentes muy diferentes. En ambos casos, sin embargo, el modo en que se distancia de sus temas ejemplifica la objetividad del arte de Ravel. Era tí
pico de él buscar inspiración en otra sociedad(considérense las influencias de jazz norteamericano en los dos conciertos para piano) u otro tiempo(se invoca a la antigua Grecia de Daphnis y Cloe). En prác ticamente todas las piezas se impuso límites dentro de los cuales, o contra los cuales, debía operar la
música. Entre los ejemplos de estos desafíos para sí mismo se incluye el hacer una versión para piano de la suite Mi Madre la Oca que pudiera ser interpretada por niños pequeños; sacar el modelo de Valses nobles y sentimentales de dos colecciones de los valses de Schubert: Valses nobles y sentimentales; y tomar prestados los ritmos de vals de Johann Strauss( difícilmente el lenguaje más natural para un fran cés)para la Valse. El genio del compositor trabajaba mejor cuando se enfrentaba con tales limitaciones artificiales. En la partitura de Valses nobles y sentimentales escribió, por ejemplo:
"El placer delicioso de una ocupación inútil."
Ravel abrazó la artificialidad como principio estético. Su creencia en el control, la negación de los sen timientos personales y la separación del arte de la vida no significa que su música sea fría o insensible. Para Ravel sentimiento y artificialidad eran compatibles. No evitó poner emociones en la música: "el origen del genio es decir, la creación artística sólo puede consistir en instinto o sentimiento". Lo que él
negaba eran sus propias emociones objetivas, sentimientos derivados de fuera de sí mismo. La Valse
una elegía a un opulento modo de vida que había sido destruido por la guerra, constituye una amplia evi dencia de la capacidad de Ravel para el sentimiento. Pero las emociones de sesta música no son una ex presión de pasiones interiores. Ravel escondió sus propios sentimientos detrás de una exagerada artifi cialidad, detrás de una interpretación objetivada de la emoción en general. Se trataba no tanto de elimi nar la expresión personal de su música sino de camuflarla detrás de una perfección sin esfuerzo y una cortesía casi indiferente, ambas evidentes a lo largo de los ocho valses de Valses nobles. La Valse, por
otra parte, es la menos cortés de sus obras. Sin embargo incluso allí percibimos su intento de mantener
se distante.
La objetividad de La Valse es evidente incluso en su título. "El artículo definido", escribe el crítico Paul Griffiths, "es crucial. No es sólo un vals: es un vals sobre el valsear, un vals que valsea alrededor de sí
mismo, que puede dar cuenta del frenesí al que llega hasta que una momentánea explosión del compás cuádruple, que viene después del muy vienés 3/4, administra el golpe de gracia."
Ya en 1906 Ravel tenía la idea de una obra basada en los valses de Johann Strauss. Sin embargo, para
cuando escribió realmente Valses nobles, ya se había asentado en un modelo más remoto: los valses de Schubert. Strauss está más en evidencia en La Valse. La Viena de los valses de Strauss está mucho más alejada de París de 1920, sin embargo, que la música de Schubert de los Valses nobles.
La versión para piano de Valses nobles y sentimentales tuvo un extraño estreno. Fue presentada en un concierto de la Sociedad Musical Independiente, organización que Ravel había contribuido a fundar en 1909 como protesta contra "esas sólidas cualidades de incoherencia y aburrimiento", del establishment
musical parisino. La Sociedad atraía a una audiencia que simpatizaba con la música contemporánea. En 1911 la organización dio un recital en el cual sólo los nombres de once piezas, pero no de sus composi tores, aparecían mencionados en el programa. Los integrantes del público fueron invitados a emitir su voto, indicando quienes creían que eran los verdaderos compositores. Aunque el público de los supues tos entusiastas de la nueva música se burló de las disonancias y de las pretendidas no tas erróneas de Valses nobles, la mayoría mencionó a Ravel como el compositor. ¿Se suponía que debía sentirse halaga do o insultado por la recepción desfavorable y la identificación correcta? Otros compositores que reci bieron varios votos por la autoría de Valses nobles incluían a Satie y Kodály. Sólo otras dos piezas del concierto fueron atribuidas correctamente.
Más tarde Ravel escribió:
El título Valses nobles y sentimentales indica suficientemente mi intención de escribir un ciclo de val
ses según el ejemplo de Schubert. Continuando con el virtuosismo que es la base de (mi) Gaspard de la nuit, uso aquí de modo evidente un estilo de escritura más claro. Esto hace más concreta la armonía y destaca el perfil de la música. Valses nobles y sentimentales tuvo su estreno en uno de los conciertos de
la Sociedad Musical Independiente donde no se mencionan los compositores, en medio de protestas y
silbatinas. El público votó la autoría de cada pieza. Por una pequeña mayoría me fue adjudicada la pa
ternidad de los valses.
Las pruebas emocionales de la guerra, más la salud deteriorada, le impidieron a Ravel componer du
rante varios años. El estímulo para volver a trabajar llegó en la forma de un encargo del empresario del ballet ruso Serge Diaghilev. Le pidió a Ravel un ballet corto para compartir el programa con Pulcinella
de Stravinsky. Ravel cumplió escribiendo La Valse. Cuando el compositor tocó la versión para piano ante Diaghilev, el empresario la llamó una obra maestra. "Pero no es un ballet. Es sólo un retrato de de un ballet." Diaghilev no pudo ver ninguna posibilidad coreográfica en la música. Sentía que no podría trabajar con una composición que estaba tan alejada de su tema, que estaba tan objetivada, que era tan
artificial. Ravel nunca perdonó a Diaghilev. La Valse fue interpretada en una versión de con cierto unos pocos meses más tarde y finalmente producida como ballet, una década después por Ida Rubinstein.
La Valse contiene todos los elementos de un vals de Strauss, excepto su regocijo. En cambio, hay una atmósfera siniestra que se torna frenética hacia el final. El compositor dijo de la pieza: "Siento que es
ta obra es una especie de apoteosis del vals vienés, vinculado en mi mente con la impresión de un fan tástico giro del destino. "Una inscripción en el encabezamiento de la partitura reza "Fulgores de relám
pago entre nubes turbulentas muestran una pareja bailando. Una por una las nubes se desvanecen; que
dan a la vista un enorme salón de baile lleno de una masa que gira en derredor. La escena se ilumina gra
dualmente. Irrumpe la luz de los candelabros. Una corte imperial alrededor de 1855.
Ravel escribió a su amigo Maurice Emmanuel: "Algunas personas han descubierto en ella una intención
de parodia, incluso de caricatura, mientras otras simplemente han visto una alusión trágica: fin del Se gundo Imperio, situación de Viena después de la guerra, etc...Trágica, sí, puede ser como cualquier otra
expresión, placer, felicidad, que sea impulsada hasta sus extremos. Debería verse en ella sólo lo que pro
viene de la música: un volumen de sonido en aumento, que en la presentación en el escenario será com
plementado por la luz y el movimiento." Foto subida de Internet.
De mi libro "Invitación a la música" de Jonathan Kramer.
Valses nobles y sentimentales con orquesta
La Valse de Maurice Ravel
No hay comentarios:
Publicar un comentario