Sinfonía nº 7 en Mi mayor
La Séptima Sinfonía fue iniciada en Septiembre de 1881 y terminada el 5 de Septiembre de 1883. Ar
tur Nikisch dirigió el estreno, el 30 de diciembre de 1884, en Leipzig.
Los acontecimientos externos de la vida de Bruckner pocas veces fueron dignos de mención. El artis
ta compuso una gran sinfonía tras otra, prácticamente sin que mediara un espacio de tiempo entre ellas
(inicio de la Séptima a los pocos días de concluir la Sexta). Repetidas ve es se vio frustrado en sus in
tentos de lograr que estas composiciones fueran interpretadas. Cuando por fin eran ejecutadas por lo general los críticos condenaban tanto a las obras como a su creador en los términos más duros. Por lo
normal, el público fue igualmente desaprobatorio. Con desgana, el compositor recurrió a cortes y revi
siones, a veces por propia iniciativa, pero a menudo por petición de los amigos, intentando hacer que
las sinfonías fueran más fácilmente accesibles.
Con la Séptima Sinfonía la suerte de Bruckner cambió. Esta se presentó rápidamente a menudo,y fue
aclamada por las audiencias y por la mayoría de los críticos y, más tarde, Bruckner no sintió necesidad de revisarla extensamente. La Séptima Sinfonía se convirtió en un punto decisivo para el antes desani
mado compositor. Le abrió las puertas a la fama internacional que ambicionaba.
Bruckner compuso primero el Scherzo. Es el único movimiento de la sinfonía que se ajusta a los prin
cipios clásicos de la forma sonata. A continuación escribió el movimiento de iniciación, con su largo te
ma inicial en forma de arco. Después volvió su atención al adagio. En esos días tuvo noticias del mal
estado de salud de su ídolo, Richard Wagner. Pensó el adagio como conmemorativo del maestro de
Bayreuth, cuya música había sido siempre su inspiración. Bruckner le escribió a su amigo Felix Mot
tl:" Me sentí muy triste. No creí que el maestro viviera mucho mas. Entonces me concebí el adagio en Do sostenido menor".Ya había compuesto la mayor parte del movimiento, hasta su gran climax, cuan
do recibió la noticia de la muerte de Wagner. Entonces escribió una coda serena, " en memoria del in
mortal y adorado maestro que ha dejado esta vida". Por último compuso el final, relativamente breve.
El amigo de Bruckner, Joseph Schalk, mostró la partitura terminada al joven director Artur Nikisch.
Schalk informó: " Apenas habiamos terminado el primer movimiento de la Séptima cuando Nikisch,
por lo general una persona calma y tranquila, se había vuelto todo fuego llamas...¡ Desde Beethoven
no ha habido nada que ni siquiera se acerque a esto!"¿Qué es Schumann en comparación? Así es co
mo hablaba todo el tiempo... Dijo: " Desde este momento considero mi deber trabajar en pos del reco
nocimiento de Bruckner".
Nikisch mantuvo su palabra. En los meses siguientes mientras estudiaba la partitura, enterpretó la obra en piano varias veces ante críticos influyentes, preparándolos para la ejecución orquestal. Esta
atención fue generosamente compensada, aunque Bruckner, acostumbrado a un tratamiento duro por parte de la crítica, temía lo peor.
Eñ estreno tuvo lugar en Leipzig. Aunque había vivido en Viena la mayor parte de su vida, Bruckner
no podía conseguir allí la realización de interpretaciones de sus obras debido al poderoso crítico
Eduard Harslick, que detestaba la música de Bruckner. Hanslick veía el mundo musical dividido en dos campos: los wagnerianos y los brahmasianos. El crítico alababa a este último tanto como vilipen
diaba al primero. Bruckner pertenecía al wagneriano. Quizás resulte difícil hoy comprender la influez´´n
cia ejercida por un solo crítico, pero parece que él prácticamente dictaba lo que se ejecutaba y lo que no. La nueva Sinfonía tuvo éxito en Leipzig. Cuando se realizó una segunda interpretación en Munich,
bajo la batuta de Hermann Levi, el éxito fue todavía mayor. La fama de Bruckner empezó a difundirse y se programaron nuevas interpretaciones de la Séptima Sinfonía. Incluso la Filarmónica de Viena con
sideró la posibilidad de ejecutarla. Bruckner, todavía sensible al maltrato por parte de los críticos de Viena, pidió a la orquesta que cancelara la ejecución " por razones que surgen de la triste situación lo
cal, respecto de las críticas de autoridades que se interponen en mi camino y quizás perjudiquen mis re
cientes éxitos en Alemania". Es una triste situación cuando los críticos son tan malignos como para que un compositor sienta que debe cancelar las ejecuciones de sus obras.
Viena escuchó la sinfonía cuando Hans Richter la dirigió el 21 de marzo de 1886. El público estaba fre
nético de entusiasmo, pero Hanslick y otros críticos que estaban bajo su influencia reaccionaron del modo que Bruckner había predicho. Hanslick escribió: " La música me es antipátiva, me parece antina
turaalmente exagerada, enferma y perversa". Otro crítico vienés, Gustav Dömpke, escribió: " Retroce
demos horrorizados ante el olor a podrido que avanza a nuestras narices, proveniente de las desarmo
nías de este contrapunto putrefacto. Su imaginación está tan incurablemente enferma y descarriada, que simplemente nada parecido a la regularidad en las progresiones de los acordes y en la estructura de los periodos puede existir para él. Bruckner compone como un borracho...(con) una excesivamente fea mezcla de vulgaridad y fineza impostada". Si semejantes injurias hubiesen sido publicadasd tan só
lo un año antes, hubieran evitado que continuaran las representaciones de la sinfonía. Pero los éxitos en Leipzig y Munich ya se habían comentado ampliamente y Viena ya no podçia dictar el futuro de una
sinfonía de Bruckner. Durante el mismo año, la Séptima fue ejecutada en Colonia, Graz, Hamburgo,
Chicago, Nueva York y Amsterdam. Bruckner finalmente logró el reconocimiento que tanto tiempo le
había eludido. Tenía 62 años. Una vez que la Séptima Sinfonía se hubo interpretado unas cuantas ve
ces con éxito, Bruckner quiso aprovechar su fama recientemente ganada para recibir un doctorado ho
noris causa en música de una universidad jprincipal. Escribió primero a la universidad de Cambridge y luego a la universidad de Pennsylvania, sin éxito. Después, en 1885 aparentemente un estafador le convenció de que, jpor un dinero, podía recibir un doctorado de la universidad de Cincinnati. El estafa
dor se llevó su dinero y Bruckner envió la carta de solicitud y una copia de su certificado de bautismo
a la universidad. Casualmente , es sólo por esta copia que sabemos que el nombre completo del com
positor era Joseph Anton Bruckner. No hubo ningún doctorado que proviniera de Cincinnati. Final
mente, en 1891, cuando por fin sus éxitos comenzaron a aplacar la crítica de Viena, Bruckner recibió
su doctorado honoris causa de la universidad de esa ciudad.
De mi libro " Invitación a la Música" de Jonathan Kramer. Foto subida de Internet.
Sinfonía nº 7 en Mi mayor
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