Sinfonía en Re menor
La Sinfonía enn Re menor fue iniciada en 1886 y terminada el 11 de agosto de 1888. Lleva una dedi
catoria al discipulo de Franck, el compositor Henri Duparck. Fue estrenada el 17 de febrero de 1889, en el Conservatorio de París, bajo la batuta de Jules Garcin.
Para apreciar por qué la Sinfonía en Re menor fue un fracaso el día de su estreno, es necesario com
prender el clima musical que reinaba en París en la década que se inició en 1880. Existían fundamen
talmente tres facciones. El público, en general, estaba interesado casi exclusivamente en la ópera, a
menudo del tipo más trivial. Los progresistas, que incluían a Franck y sus discípulos, estaban entusias
mados por la nueva música radical de Wagner y de Liszt. El Conservatorio de París, en el que Franck
era profesor, representaba el establishment musical. A través de su enseñanza y de su control sobre to
do lo que se ejecutaba en el Conservatorio, los demás compositores del cuerpo docente intentaban mantener la tradición sinfónica de Beethoven y de Haydn. Como no enseñaba composición sino órga
no, Franck era considerado un intruso. Los profesores de composición no podían simpatizar con su in
terés por las armonías wagnerianas, a pesar del furor porque aquellos días causaba en París la música de Wagner, especialmente entre los compositores más jóvenes. La Sinfonía en Re menor de Franck (que no es reaalmente su única sinfonía: cincuenta años antes había compuesto una importante sinfo
nía en Sol mayor, que se presentó en 1841) está ligada a ambas tradiciones; su forma sinfónica es pro
pia de Beethoven, en tanto que su lenguaje armónico es propio de Wagner.
Wagner escribió dramas musicales, no sinfonías Así que era comprensible que en Francia ejerciera gran atracción en el público, ya que la ópera dominó la vida musical francesa durante la segunda mitad siglo diecinueve.
La mayoría de los wagnerianos franceses-incluyendo los alumnos de Franck, Vicent d'Indy y Henri
Duparc, más el joven Emmanuel Chabrier( que decidió hacerse compositor al oír una interpretación
de Tristan und Isolde del maestro Bayreuth)-compuso óperas, música de programa y música vocal. Es
tos autores, como Wagner, entendían las intensidades del cromatismo y de la modulación, como me
dios para expresar emociones específicas. Pero ¿podía una sinfonía sin historia, sin texto, ser un vehícu
lo apropiado para las armonías wagnerianas? Según el establishment musical parisino, la respuesta era un rotundo no. Se suponía que una sinfonía seguía el modelo establecido por Beethoven (y grabado en piedra en las clases de teoría del Conservatorio). Una obra orquestal en tres movimientos en lugar de los cuatro tradicionales, que usaba las armonías y las modulaciones wagnerianas y cuya forma era suelta y rapsódica-eso no era una sinfonía en absoluto a los ojos y oídos del establishment del Conser vatorio. No importaba que Franck utilizara total y ampliamente el principio de Beethoven de la cohe rencia temática, no importaba que la Sinfonía en Re menor se ajustara a los perfiles de la forma clási ca. La obra estaba destinada a ser condenada.
Hubiera sido estratégicamente más inteligente por parte de Franck haber estrenado la Sinfonía fuera del Conservatorio, lejos de los reaccionarios del cuerpo docente y de los conservadores del público de abono. El director Charles Lamoreux, que había incluido en sus propios conciertos muchas de las obras wagnerianas de los alumnos de Franck, consideró la posibilidad de ejecutar la pieza, pero al final se negó, porqué estaba moldeada en forma sinfónica en lugar de ajustarse a los géneros favorecidos por Wagner y Liszt. Dejemos que (Franck) la lleve al Conservatorio-expresó Lamoreux-Ese es el Santuario de la Sinfonía.
Franck hizo justamente eso. El estreno estuvo a cargo de la Orquesta del Conservatorio de París. El
público de conservadores y pedantes pensó que ellos sabían el modo en el que suponía que debía so
nar una Sinfonía y la nueva pieza de Franck no se aproximaba a su ideal. La descartaron, en general
por las razones más tontas.
El compositor Vicent d'Indy recordaba:
La ejecución se realizó muy en contra del deseo de la mayoría de los miembros de la famosa orquesta y sólo se llevó adelante gracias a la obstinación benevolente del director, Jules Garcin. El público abo
nado no pudo encontrar en ella ni pie ni cabeza y las autoridades musicales estuvieron en su mayoría en la misma posición. Pregunté a uno de ellos-un profesor del Conservatorio y una especie de facto
tum del comité-que pensaba de la obra. ¿ Eso es una Sinfonía?-no respondió con tono presuntuoso-.
"Pero, mi querido señor, ¿quién escuchó alguna vez que se escribiera para corno inglés en una sinfon
nia? Tan sólo mencione una sola sinfonía de Haydn o de Beethoven que presente el corno inglés. Bien,
usted verá- la música de Franck puede ser cualquier cosa que le plazca, pero con certeza nunca será una Sinfonía. Esa era la actitud del Conservatorio en le año de gracia de 1889.
(Ese erudito profesor aparentemente no conocía la Sinfonía Número 22 de Haydn, que tiene dos cor
nos ingleses, ni la Segunda Sinfonía de Saint-Saent, que también incluye uno en su orquesta.)
Otra crítica pedante fue la del compositor Charles Gounod, al que por casualidad se oyó decir:" Es la
afirmación de la impotencia llevada al nivel del dogma".
El problema de Franck fue más de carácter político que musical. Fuera del círculo de estudiantes y ad
miradores devotos era prácticamente desconocido. Colo lo expresó un crítico poco amable: ¿Por qué
interpretar esta sinfonía aquí? ¿Quién es este señor Franck? Un profesor de armonio, creo."
El compositor era reconocido, si es que lo era, como un profesor de órgano que en su tiempo libre creaba piezas que se ejecutaban muy rara vez. De hecho, hasta la edad de 57 años sólo escribió un par de piezas importantes. Prácticamente toda su música que se conoce en la actualidad fue compuesta en los últimos cuatro años de su vida. De manera que la Sinfonía en Re menor fue presentada ante un
público que no sólo dudaba de las credenciales del compositor sino que era escéptico respecto de su estética, incluso antes de que hubiera sonado la primera nota. Los abonados a los conciertos suponían que debía haber alguna buena razón para que el compositor de 66 años, de la obra que estaban a pun
to de escuchar,no se hubiera establecido ya como un compositor del Conservatorio o como creador de conciertos populares u otras operísticas. Tan grande era el prejuicio en contra de la Sinfonía que, en el ensayo final, los estudiantes leales a Franck debieron rodearle para protegerle de las críticas verbales de otros docentes y estudiantes del Conservatorio. La esposa del compositor no se sintió capaz de asistir al concierto y ser testigo de la burla esperada. En el estreno, las reacciones fueron mezcladas. El público estaba confundido ,los pro
fesores del Conservatorio eran hostiles y los críticos estaban divididos, pero el círculo de los discípu
los de Franck estaba encantado.
Sin embargo los gustos cambian. Antes de que hubieran pasado muchos años, Franck y su escuela se
convirtieron en le establishment conservador de Francia, contra el que se rebelaban los compositores más jóvenes. La Sinfonía en Re menor era entonces considerada defensora de la tradición porque utili
zaba la polifonía , las formas clásicas y las armonías wagnerianas-valores musicales que la genera
ción más joven trataba de echar abajo. Esta generación, que incluyó a Debussy Ravel y Satie, cultivó
un lenguaje musical autóctono francés que poco tenía que ver con Wagner o su homólogo francés.
Sin embargo, la música de Franck siguió atrayendo a un público cada vez más amplio, especialmente en la medida en la que fue promovida y defendida por los antiguos discípulos del compositor. Como explica el historiador Paul Henry Lang: "La cualidad enfática y sensual e inquietante de la música de
Franck agradaba al oído excesivamente refinado del público, que ya no podía subsistir según la lógica armónica diatónica. Al mismo tiempo. admiraban la santa devoción del hombre, su indiferencia al éxi
to y a los logros financieros, su celo apostólico para conmover a un público indiferente a la música pu
ra y su amor para los discípulos fieles reunidos a su alrededor. Franck quizás haya sido al mismo tiem
po el más sobreestimado y el más calumniado de los compositores de los últimos tiempos". En los cien años transcurridos desde el estreno de la sinfonía las opiniones sobre ella han continuado
oscilando. Algunos escritores han alabado su vitalidad, mientras otros han criticado la vaguedad de la forma y su rigidez con respecto a la estructura de las frases. La Sinfonía en Re menor ha disfrutado de periodos de gran popularidad entre los directores, las orquestas y los públicos y ha sufrido perio
dos de rechazo. Pero los músicos de los últimos tiempos y loa amantes de la música juzgan la obra por su mérito intrínseco, algo que sus primeros públicos parecen haber pasado por alto. Estaban de
masiado atrapados en la polémica francesa a favor y en contra de la sinfonía y su compositor para po
der dar respuesta a la belleza inherente de la obra.
La obra es una sinfonía clásica. Al final del primer movimiento hay una recapitulación, a continua
ción siguen un andante y un Scherzo. Fue mi gran ambición construirlos de un modo tal que cada
tiempo del movimiento andante fuera exactamente igual en longitud a un compás del scherzo, con la
intención de que, tras el desarrollo completo de cada sección, uno pudiera superponerse al otro. Logré
resolver ese problema. Al final, igual que en la Novena Sinfonía de Beethoven, recuerda todos los te
mas, pero en mi obra ellos no hacen su aparición como meras citas. He adoptado otro plan y he hecho que cada uno de ellos interprete una parte enteramente nueva de la música. De mi libro "Invitación a la música" de Jonathan Kramer . Foto subida de Internet.
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