LA MÚSICA Y SU MUNDO

sábado, 19 de mayo de 2018

Concierto Número 10 en Mi bemol mayor para Dos Pianos y Orquesta, K. 316 a(365) de Mozart

           Concierto Número 10 en Mi bemol mayor para Dos Pianos y Orquesta, K. 316a(365)

El Concierto para Dos Pianos fue compuesto en Salzburgo en 1779. Mozart y su hermana Nannerl es
trenaron la obra en esa ciudad, ese mismo año.
En enero de 1779 Mozart regresó a Salzburgo de un extenso viaje a Munich, Augsburgo, Mnnheim y París. Había estado tratando de encontrar empleo en esas ciudades durante los dos años anteriores. To
dos los intentos habían fracasado. Su talento ya no era considerado como el de un sorprendente niño prodigio y su falta de buenos modales ya no resultaba graciosa. Ahora tenía que competir con un mun
do lleno de músicos de talento, la mayoría de los cuales sabía cómo comportare entre la aristocracia y la nobleza de Europa.
El viaje había estado plagado de desilusiones. Una y otra vez Mozart fracasó en lo que respecta a obte
ner un cargo o ganar buen dinero como intérprete. Además, había encontrado y perdido a una mujer con la que había querido casarse, y su madre, que viajaba con él, había fallecido en París. Por otra par
te,el joven experimentó la excitación de estar lejos del hogar y del dominio de su padre, bien intencio
nado pero a veces opresivo.
Mientras estuvo en Mannheim y en París, Mozart se familiarizó con un nuevo tipo de composición,co
nocido como symphonie concertante,o concierto para más de un instrumento solista con orquesta. La idea de múltiples solistas en un concierto está reflejada en el concierto para Dos Pianos, compuesto poco después del regreso de Mozart a Salzburgo.
Después de pasar dos años más en su ciudad natal, el compositor se mudó definitivamente a Viena, donde él y su alumna Josephine von Aurnhammer interpretaron con frecuencia el Concierto para Dos
Pianos. Mozart revisó la orquestación para adaptarla a los recursos de la orquesta ampliada de Viena. No se ha conservado la nueva versión, que tenía agregados de clarinetes, trompetas y timbales.
Aunque tenía una pobre opinión de la capacidad pianística de la von Aurnhammer, estaba deseoso de tocar con ella ( y también de dedicarle seis de sus sonatas para violín y piano). Ella,sin embargo, te
nía intereses diferentes de los de Mozart, quien,recientemente casado, no estaba dispuesto a compla
cer. El compositor, que no se sentía atraído por la von Aurnhammer, describió a la agresiva pianista en una carta a su hogar:"Si un pintor deseara retratar al diablo del natural, tendría que elegir el rostro de ella. Es gorda como una moza de granja, transpira tanto que uno se siente inclinado a vomitar y an
da por ahí tan escasamente vestida que verdaderamente uno puede leer tan fácilmente como si estuvie
ra impreso: "Por favor, mire aquí." En verdad, hay suficiente para ver, de hecho, suficiente como para cegarlo a uno. Pero uno queda bien escarmentado para el resto del día si es lo suficientemente desdi
chado como para dejar que la mirada vaya en esa dirección."
Mozart concebía la forma concierto como una interacción y un diálogo, más bien una confrontación, entre el solista y la orquesta.¿Qué sucede con esta idea cuando hay dos solistas? La mayoría de los compositores de concertantes eludieron esta cuestión escribiendo música trivial que no tenía en cuen
ta la interacción dramática ni la oposición entre los solistas. Aunque el Concierto para Dos Pianos es despreocupado y feliz en la superficie, Mozart no eran de los que eluden los desafíos de la composi
ción. Se dio cuenta de que el principio del diálogo podía transferirse a los dos instrumentos solistas, aunque existía el peligro de que l orquesta resultara superflua.  Su solución fue proporcionar a los so
listas un diálogo, en tanto relegaba a la orquesta-especialmente los vientos-a un papel más de fondo que en sus conciertos para un solo piano. Conservó la orquesta pequeña: pares de fagotes( por lo ge
neral, duplicando las cuerdas bajas), oboes y cornos; violines y violas, violonchelos y bajos de cuer
das, todos tocando la misma música. Mozart le da a esta orquesta bastante que hacer en los pasajes  de tutti (aunque hay menos compases dedicados a la orquesta sola que en cualquier otro concierto pa
ra piano de Mozart), pero una vez que los pianos hacen su  entrada, el foco se centra en ellos. Los pia
nos rara vez acompañan a la orquesta, como a menudo sucede en los conciertos para un solo piano, y no comparten las melodías de la orquesta tan frecuentemente como len los demás conciertos.
Después de que los solistas hacen su entrada en el primer movimiento con un trino de cuatro octavas seguido por una carrerilla, comienza  el diálogo entre ellos. Todo lo que el primer piano dice, el segun
do lo responde, repitiendo a menudo con variaciones o elaboraciones. Es de observar el modo en que Mozart evita la monotonía potencial del formato diálogo variando constantemente la longitud de tiem
pos entre las respuestas y también haciendo superposiciones. Es importante que escuchemos la inter
pretación en dúo con amplia separación de tipo estéreo y observando cuidadosamente a los pianistas,
para apreciar cuál de ellos está tocando en un momento dado.
En el movimiento lento los vientos tienen una importancia algo mayor, con el resultado de que los pianos se encuentran en diálogo con menos frecuencia. A veces se combinan como una sola unidad instrumental cohesiva. El principio del diálogo regresa para dominar el final.
De mi libro "Invitación a la Música" de Jonathan Kramer. Foto subida de Internet.
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     Concierto Número 10 en Mi bemol mayor para Dos Pianos y Orquesta, K. 316 a(365) de Mozart











                                                                             
                                                                             Mozart





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