LA MÚSICA Y SU MUNDO

sábado, 13 de febrero de 2016

Sinfonía Número 4 en Mi menor, Op 98 de Brahms


                                                         Sinfonía nº4 en Mi menor, Op 98
 La Cuarta Sinfonía fue compuesta durante los veranos de 1884 y 1885 en Mürzzuschlag, Austria. Brahms dirigió el estreno en Meiningen, el 17 de octubre de 1885.
A Brahms le gustaba retirarse a pequeños pueblos rurales para pasar el verano, con el fin de trabajar más cerca de los paisajes naturales, que amaba profundamente. En 1884 decidió pasar el verano en Mülzzuschlag, en los Alpes austriacos, un pueblo que había visitado hacía 17 años con su padre. Brahms hizo muchos amigos en el pueblo y recibió a muchos invitados de Viena, a pesar dg, e lo cual dispuso de tiempo suficiente para terminar los primeros dos movimientos de una sinfonía. Como le gustó el pueblo, regresó el verano siguiente para terminarla.
El compositor volvió a su casa en Viena en otoño con la partitura terminada de lo que él sabía que era una Sinfonía absolutamente inhabitual. Estaba ansioso de hacérsela escuchar a sus amigos, así que hi
zo una reducción para piano a cuatro manos que interpretó con la colaboración de su amigo Iguaz Brüll. El crítico Max Kalbeck, que fue el primer biógrafo de Brahms, relató la dificultad de la prime
ra audición de esta confusa pieza:
Como a Brahms le faltaba práctica y Brüll nunca había avisto la obra, la ejecución fue menos que per
fecta. El primer movimiento fue recibido por un silencio mortal que, al final, interrumpió Eduard Hanslick, el crítico que anteriormente había defendido cada nueva obra de Brahms; " A lo largo de to
do el movimiento tuve la sensación de ser golpeado por dos personas aterradoramente ingeniosas". La
amiga del compositor, Elizabeth von Herzogenber, se quejó del " crecimiento excesivo y enmarañado
de detalles ingeniosamente entretejidos". Los ejecutantes pasaron el segundo movimiento, que no produjo ninguna reacción. Por fin, Kalbeck habló , expresando alguna banalidad para romper el tenso silencio. Los intérpretes prosiguieron. Kalbeck consideró que " el scherzo deshilachado y sombría
mente alegre parecía muy insignificante en comparación  con los movimientos precedentes y que el po
deroso pasacalle del final-la gloriosa coronación de todos los movimientos de variaciones de Brahms-
no parecía una conclusión adecuada para una sinfonía".  El crítico fue a visitar al compositor al día siguiente, para implorarle que destruyera el scherzo, conservara el final como una obra separada y escribiera dos nuevos movimientos. Contrariamente a lo que era característico de él, Brahms no se en
fadó. Defendió el uso de la forma variación en el final, citando el antecedentede la sinfonía Heroica de Beethoven.El compositor, como era habitual, tenía sus propias dudas acerca de la nueva composi
ción. Escribió al director Hans von Bülow con su típica autodesaprobación: " Aquí hay unos pocos etreactos listos , eso que comunmente se llama una sinfonía". A otro amigo, Brahms le escribió; " Es
muy discutible si alguna vez expondré esta pieza al público". Pero se sentía confiaco detrás de esa fa
chada de autonegación. Creía en su inusitada nueva sinfonía y deseaba escucharla interpretada por una orquesta. Esa era la verdadera razón de la carta a von Bülow. Continuaba:
"A veces me complazco imaginando cuán bella y cómodamente podría trabajar en esta pieza con usted y la orquesta de Meiningen estando de gira. Estoy pensando ahora, y al mismo tiempo ponderan
do, si la sinfonía hallara más de un público. Me temo que tiene el sabor característico de este país.
¡Aquí las cerezas no son dulces y seguramente uno no va a comérselas! En las ciudades del Rin o de Holanda, donde mis otras obras han sido escuchadas con frecuencia y apreciadas, la nueva sinfonía probablemente será un buen tema. ¡Qué entretenido sería si yo viajara con usted como una clase de
director adicional!.
Von Bülow había sido un sólido defensor de Brahms durante varios años. Con anterioridad se había
aliado con la facción rival, encabezada por los vanguardistas de Wagner y Liszt. Se había casado con
la hija de Liszt, Cosima, pero ella le abandonó para irse a vivir con Wagner, tener hijos y finalmente
casarse con él( esta historia la conté anteriormente. Ya la conocéis). Estos acontecimientos fueron
 motivo de vergüenza pública y mortificación privada para el más que correcto von Bülow. Abando
nó la casa de la música de vanguardia y empezó a defender a Brahms, el clasicista de los últimos días. Fue von Bülow quien acuñó la frase " Las tres Be", equiparando el genio de Brahms con el de Bach y el de Beethoven. El director apoyó la música de Brahms con el mismo ardor que había puesto con respecto a la de Wagner y de Liszt: " Debo agradecerle( a Brahms) por haberme hecho rrecuperar mi sano juicio-tarde, pero espero que no demasiado de hecho, por seguir vivo. Las tres cuartas partes de
mi existencia se han desperdiciado en mi ex suegro, ese embaucador, y su tribu, pero el resto pertene
ce a los verdaderos santos del arte y por encima de todos, a él. Bülow le ofreció a Brahms su orques
ta, para estrenos e incluso para ensayar pasajes de piezas que estuvieran en proceso.
Bülow rápidamente consintió en permitir que Brahms hiciera giras con al orquesta" Como director
adicional. Bülow había aprendido con Wagner que los compositores podían ser difíciles de tratar. Su amistad con Brahms sufrió una desavenencia que muy bien pudo haberle recordado que los genios pueden ser temperamentales y no siempre dignos de  confianza. En primer lugar, Brahms insistió en
que ninguna otra pieza de importancia debía preceder a la Cuarta Sinfonía en los conciertos de la gi
ra. Después , el compositor pidió dirigir la obra en nueve ocasiones diferentes, incluso para el estreno
( que había ensayado Bülow).Bülow empezó a preguntarse quien era verdaderamente el director "adi
cional". El golpe definitivo llegó cuando Brahms se ausentó de la orquesta durante unos pocos días, en el mes de noviembre para dirigir la Cuarta Sinfonía en Frankfurt. Bülow había anotado en su agen
da una función en Frankfurt para unos pocos días después y se sintió insultado cuando el compositor
se le adelantó con una presentación anterior. Bülow sentía que Brahms le estaba demostrando falta de
confianza y que estaba comprometiendo su honor profesional. Reaccionó de forma excesiva renun
ciando a su cargo como director de la orquesta de Meiningen. El compositor y el director se mantuvie
ron en flexible silencio durante un año. Finalmente , la amistad se restableció. Bülow volvió a Viena y Brahms le envió una tarjeta con una cita musical de la ópera de Mozart, La Flauta Mágica, cuyas palabras eran; ¿ Nunca volveré a verte, querido? Bülow  se sintió afectado e inmediatamente fue a vi
sitar a Brahms y se reinició la amistad.
A pesar de las dudas de los amigos de Brahms, la Cuarta Sinfonía fue muy bien acogida por el públi
co, incluso finalmente en la formal Viena. La naturaleza desusada de la sinfonía no disminuyó su im
pacto. Su extrañeza reside en la combinación de armonías modernas( para 1885), y las insinuaciones
de música antigua. Estas tendencias hacia lo arcaico es evidente en la apertura y en le cierre del movi
miento lento, que indica uno de los modos (el frigio) eclesiásticos de la época renacentista, y en el fi
nal. El último movimiento está moldeado como passacaglia, una forma popular entre los compositores barrocos.  En la passacaglia un tema corto se repite una y otra vez, con diferentes variaciones y orna
mentaciones. No sólo la forma sino también el tema mismo que Brahms eligió sugiere el periodo ba
rroco. El dinamismo del cuarto movimiento proviene de la presencia insistente de este tema y de las ingeniosas variaciones construidas basadas en el mismo .
La Cuarta es una obra profundamente significativa y comunicativa y es música del más alto orden.
Las emociones e la Cuarta están allí para ser oídas y experimentada, cualesquiera que sean las etique
tas que un individuo quiera adjudicarles.
De mi libro " Invitación a la Música" de Jonathan Kramer. Foto subida de Internet.








                                                                                     
                                          Sinfonía Número 4 en Mi menor, Op 98 de Brahms






 





                                                                            Brahms














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